Y para el altar del incienso oro refinado al peso; y oro para la figura del carro de los querubines, que extendiendo sus alas, cubrían el arca del pacto de Jehová.

El carro de los querubines. Las alas extendidas de los querubines formaban lo que en sentido figurado se llamaba el trono de Dios; y por eso eran emblemáticos del movimiento rápido, se hablaba del trono o asiento como un carro ( Salmo 18:10 ; Salmo 99:1 ).

Es bastante claro que en todas estas direcciones David no se guió por su propio gusto, sino únicamente por una consideración a la revelación expresa de la voluntad divina. En una visión, o trance, todo el edificio, con sus accesorios, había sido colocado ante sus ojos de manera tan vívida y permanente que había podido tomar un boceto de ellos en los modelos entregados a Salomón.

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