Y dijo Hilcías el sumo sacerdote a Safán escriba: He hallado el libro de la ley en la casa de Jehová. Y Hilkiah dio el libro a Saphan, y él lo leyó.

Hilkiah ... dijo ... He encontrado el libro de la ley ..., es decir, la ley de Moisés, el Pentateuco. Era la copia del templo, que habiendo sido colocada ( Deuteronomio 31:25 junto al arca en el lugar santísimo y durante los reinados impíos de Manasés y Amón, quizás bajo Acaz, cuando el templo mismo había sido profanado por los ídolos, y el arca también ( 2 Crónicas 35:3 ) removido de su sitio, se perdió de alguna manera, y ahora se encontró nuevamente durante la reparación del templo (Keil, in loco).

La Guemará dice que probablemente había sido depositado en un rincón secreto de la casa de Dios, por algún sacerdote fiel, en aquellos tiempos de abundante iniquidad, cuando su publicidad podría haber puesto en peligro la existencia misma del mejor tesoro del santuario. Hilkiah, el descubridor, lo entregó a Saphan, el escriba, y este último lo mostró y leyó al rey. Se piensa, con gran probabilidad, que el pasaje leído al rey, y por el cual la mente real estaba tan excitada, era una porción de Deuteronomio: los capítulos 28, 29 y 30, en el que se registra una renovación del pacto nacional, y una enumeración de las terribles amenazas y maldiciones denunciadas contra todos los que violan la ley, sea príncipe o pueblo.

Las impresiones de dolor y terror que la lectura produjo en la mente de Josías han parecido inexplicables a muchos. Y como es seguro, por el amplio y familiar conocimiento mostrado por los profetas, que había un número de otras copias en circulación popular, el rey debe haber conocido su contenido sagrado en algún grado. Pero podría haber sido un extraño para el pasaje que se le leyó; o la lectura de él podría, en las circunstancias especiales, haber encontrado un camino a su corazón de una manera que nunca antes había sentido.

Su fuerte fe en la Palabra Divina, y su dolorosa conciencia de que las lamentables y prolongadas apostasías del pueblo lo habían expuesto a la imposición del juicio denunciado, deben haber llegado con una fuerza abrumadora al corazón de un príncipe tan piadoso.

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