Y la mujer dijo: ¿Por qué, pues, has pensado tal cosa contra el pueblo de Dios? porque el rey habla de esto como de una falta, ya que el rey no hace volver a casa a sus desterrados.

¿Por qué, pues, has pensado...? Su argumento puede quedar claro en la siguiente paráfrasis: Me has concedido el perdón de un hijo que había matado a su hermano, y sin embargo no concedes a tus súbditos el restablecimiento de Absalón, cuya criminalidad no es mayor que la de mi hijo, ya que éste mató a su hermano en similares circunstancias de provocación. Absalón tiene motivos para quejarse de que es tratado por su propio padre con más severidad y rigor que el súbdito más mezquino del reino; y toda la nación tendrá motivos para decir que el rey muestra más atención a la petición de una humilde mujer que a los deseos y anhelos de todo un reino. La muerte de mi hijo es una pérdida privada para mi familia, mientras que la preservación de Absalón es el interés común de todo Israel, que ahora lo mira como su sucesor en el trono.

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