Me llevó a la casa del banquete, y su estandarte sobre mí fue el amor.

Me llevó a la casa del banquete, Hebreo, 'casa del vino'. Históricamente cumplido en el gozo de Simeón y Ana en el templo por el Niño Salvador, y también en el de María (cf.); tipificado, también en la erección del templo de Salomón, la casa del banquete espiritual de Israel.

Espiritualmente, la novia o amada es conducida, primero a los aposentos del Rey, desde allí es arrastrada tras Él, en respuesta a su oración; luego se recibe en un sofá cubierto de hierba debajo de un quiosco de cedro; y por último en una 'sala de banquetes', como Josefo dice que Salomón tenía en su palacio, 'donde todos los utensilios eran de oro'. La transición es del santo retiro a las ordenanzas públicas: el tabernáculo y el templo en la Iglesia del Antiguo Testamento, y en la Iglesia del Nuevo Testamento, la adoración y la Cena del Señor.

A la novia, como Reina de Saba, se le concede "todo su deseo": tipo de la fiesta celestial de aquí en adelante.

Su estandarte... el amor. Después de habernos rescatado del enemigo, nuestro victorioso "Capitán", nos sienta en el bauquet, bajo un estandarte inscrito con su nombre, "amor". Su amor nos conquistó para Él. Este estandarte reúne a nuestro alrededor las fuerzas de la Omnipotencia como nuestra protección.

Marca a qué país pertenecemos: el cielo, la morada del amor; y en lo que más nos gloriamos: la cruz de Jesucristo, por la cual triunfamos. Compárese con "sobre mí", "debajo están los brazos eternos".

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