En cuanto a mí, este es mi pacto con ellos, dice el SEÑOR; Mi espíritu que está sobre ti, y mis palabras que he puesto en tu boca, no se apartarán de tu boca, ni de la boca de tu simiente, ni de la boca de la simiente de tu simiente, dice Jehová, de de ahora en adelante y para siempre.

En cuanto a mí, este (es) mi pacto con ellos, dice el Señor; Mi Espíritu que (está) sobre ti. El pacto es con Cristo, y con ellos sólo como unidos a Él. Yahvé se dirige al Mesías, el Israel representativo e ideal. Lo literal y lo espiritual son su simiente, a quienes se ha de cumplir la promesa.

Mi Espíritu... no se apartará de tu boca, ni de la boca de tu simiente... para siempre.

Observaciones: La razón por la que se permite que las calamidades sobrevengan al pueblo de Dios no es la falta de poder en 'la mano del Señor para salvar', ni la falta de voluntad para prestar "oído" a sus oraciones; son sus propias iniquidades las que los separan de su Dios. Donde 'las manos están contaminadas con la iniquidad', y 'los labios hablan mentiras y murmuran perversidades', y el corazón 'concibe el mal' y 'hace nacer la iniquidad', ¿cómo se puede esperar el bien de Dios? Con todo el ingenio del pecador, él sólo 'teje la tela de araña.

Tal 'telaraña' nunca 'se convertirá en una prenda' para 'cubrir a los pecadores mismos'. No, así como no ha habido 'justicia en sus caminos', así, en la justa retribución, la justicia les es retenida en el día de su calamidad. Son entregados a opresores injustos. Tal ha sido la historia de Israel. Durante siglos han estado 'esperando la luz, pero he aquí la oscuridad'. Como Moisés predijo que sería el castigo por su apostasía, 'van a tientas al mediodía como el ciego palpa en la oscuridad'.

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