Pero desde que dejamos de ofrecer incienso a la reina del cielo, y de derramarle libaciones, nos falta todo, y somos consumidos a espada y hambre.

Desde que dejamos de ofrecer incienso a la reina de los cielos… todas las cosas nos han faltado, y hemos sido consumidos. Ellos imputan sus calamidades a su servicio a Dios; pero estas son a menudo señales de Su favor, no de ira, para hacer bien a Su pueblo en su último fin.

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