Y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis; sin embargo, vayamos a él.

Y me alegro por vosotros de no haber estado allí. Esto, como bien lo observa Luthardt, ciertamente implica que si Él hubiera estado presente, Lázaro no habría muerto; no porque no hubiera podido resistir las importunidades de las hermanas, sino porque, en presencia de la Vida personal, la muerte no hubiera podido alcanzar a Su amigo. Y Bengel vuelve a hacer esta exquisita observación, que es hermosamente congruente con el decoro divino que en presencia del Príncipe de la Vida nunca se dice que nadie haya muerto.

A la intención que puedas creer. Esto se agrega para explicar Su "gozo" por no haber estado presente. La muerte de su amigo, como tal, no pudo haber sido para Él "gozosa"; la secuela muestra que fue "grave"; pero "para ellos era seguro".

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