Yo soy la vid, vosotros los sarmientos: El que permanece en mí, y yo en él, ése lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos: El que permanece en mí, y yo en él, ése lleva mucho fruto. Esta es solo la forma positiva de lo que se había dicho negativamente en el versículo anterior. Pero es más. Sin permanecer en Cristo no podemos dar fruto alguno; pero el que permanece en Cristo, y Cristo en él, produce, no meramente fruto, como deberíamos esperar, sino "mucho fruto", lo que significa que así como Cristo busca solo un alma receptiva para ser un Salvador comunicativo, así hay no hay límite a la comunicación de Él sino en el poder de recepción en nosotros.

Porque sin mí (desconectados de Mí, en el sentido explicado), nada podéis hacer , nada espiritualmente bueno, nada que Dios considere y acepte como bueno.

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