Y Gedeón dijo: Por tanto, cuando el SEÑOR haya entregado a Zeba y a Zalmunna en mi mano, entonces desgarraré vuestra carne con las espinas del desierto y con las zarzas.

Rasgaré vuestras carnes con las espinas del desierto y con las zarzas: un cruel suplicio al que a menudo se sometía a los cautivos en la antigüedad, colocándoles espinas y zarzas sobre sus cuerpos desnudos y presionándolos con trineos o con pesados instrumentos de labranza que se arrastraban sobre ellos.

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