Y cualquiera que hubiere de los hijos de Israel, o de los extranjeros que moran entre vosotros, que cazare y atrapare cualquier animal o ave que se pueda comer; aun derramará su sangre, y la cubrirá con polvo.

Todo hombre... que cazare. Era costumbre entre los deportistas paganos, cuando mataban cualquier animal de caza o venado, derramar la sangre como una libación al Dios de la caza. A los israelitas, por el contrario, se les ordenaba que, en lugar de dejarla expuesta, la cubrieran con polvo, y por este medio quedaban efectivamente excluidos de todos los usos supersticiosos a los que la aplicaban los paganos.

Verso 14. Porque es la vida de toda carne; su sangre es para su vida. Aquí hay dos frases; pero el Dr. Benisch (en la "Biblia Escolar y Familiar Judía", recién traducida bajo la supervisión del rabino principal) las traduce, por el sistema de acentos establecido por la Masorah, en una sola frase: "Porque la vida de toda carne es su sangre".

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