No aborrecerás a tu hermano en tu corazón: de ninguna manera reprenderás a tu prójimo, y no sufrirás pecado sobre él.

Reprenderás a tu prójimo. En vez de abrigar sentimientos latentes de malicia, o de meditar propósitos de venganza, contra una persona que ha cometido un insulto o una injuria contra ellos, el pueblo de Dios fue enseñado a reprender al ofensor, y a esforzarse, por medio de una razón tranquila y bondadosa, para hacerle entrar en razón de su falta.

No permitas que el pecado caiga sobre él, literalmente, que no participes en su pecado

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