Pero os advertiré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber matado tiene poder para arrojar al infierno; sí, os digo: Temedle.

Pero os advertiré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber matado, es decir, de haber quitado la vida al cuerpo, como lo hace ahora incluso por muerte natural, tiene poder para arrojar al infierno; sí, os digo: Temedle. ¡Qué sorprendente la repetición de esta palabra "Temed"! Sólo el temor del Mayor expulsará eficazmente el temor del menor.

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