Y los que apacientan a los puercos huyeron, y lo contaron en la ciudad y en el campo. Y salieron a ver qué era lo que se hacía.

Y los que alimentaban a los cerdos huyeron, y lo contaron : "lo dijeron todo, y lo que les había sucedido a los endemoniados".

En la ciudad, y en el campo. Y salieron a ver qué era lo que se hacía. Así tenían la evidencia tanto de los pastores como de sus propios sentidos de la realidad de ambos milagros.

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