Y muchas veces lo echa en el fuego y en las aguas, para destruirlo; pero si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros, y ayúdanos.

Y muchas veces lo ha echado en el fuego y en las aguas, para destruirlo. Habiendo relatado brevemente los aspectos conmovedores del caso, el pobre padre, medio desanimado por el fracaso de los discípulos y la virulencia agravada de la enfermedad misma en presencia de su Maestro, pero animado también por lo que había oído de Cristo, por la severa reprensión que había dado a sus discípulos por no tener suficiente fe para curar al muchacho, y por la dignidad con que había mandado que se lo trajeran a él, en este estado de ánimo confuso, cierra su descripción del caso con estos conmovedores palabras:

Pero si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos, "nosotros", dice el padre; porque era una aflicción familiar severa. Compare el lenguaje de la mujer sirofenicia con respecto a su hija: "Señor, ayúdame". Aún así, no se hace nada; el hombre no hace más que luchar por la fe; debe ir un paso más allá. Pero tuvo que ver con Aquel que no quebranta la caña cascada, y que supo inspirar lo que Él exigía. El hombre le había dicho: "Si puedes hacerlo;"

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