Mas en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.

Mas en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Al poner los mandamientos de los hombres al mismo nivel que los requisitos divinos, toda su adoración se volvió vana, un principio de gran trascendencia en el servicio de Dios. "Porque", se añade en, "dejando a un lado el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres, como el lavado de ollas y tazas, y muchas otras cosas semejantes que hacéis. [Tregelles pone entre paréntesis todas las palabras después de "hombres" en este versículo como de dudosa autoridad; pero no vemos ningún motivo para esto: Tischendorf inserta el todo como en el texto recibido.]

La naturaleza ridícula de sus multitudinarias observancias se expone aquí deliberadamente, en contraste con la observancia varonil del "mandamiento de Dios"; y cuando nuestro Señor dice: "Hacéis muchas otras cosas semejantes", se da a entender que no había hecho más que dar una muestra del espantoso trato que recibió la ley divina, y la disposición codiciosa que, bajo la máscara de la piedad, manifestaban los eclesiásticos de esa época.

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