Cuando viene el impío, viene también el desprecio, y el oprobio con ignominia.

Cuando viene el impío, entonces viene (también) el desprecio. Cuando el malvado viene entre los sabios, no viene para aprender, sino para arrojar desprecio sobre todas las personas y todas las cosas, especialmente sobre los piadosos.

Y con reproche de ignominia. El malvado alberga desprecio en su mente; arroja ignominia sobre los demás, en gesto y acto; y arroja oprobio con palabras. Los tres, por justa retribución en especie, retroceden sobre sí mismos.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad