1 Juan 2:1-29

1 Hijitos míos, estas cosas les escribo para que no pequen. Y si alguno peca, abogado tenemos delante del Padre, a Jesucristo el justo.

2 Él es la expiación por nuestros pecados, y no solamente por los nuestros sino también por los de todo el mundo.

3 En esto sabemos que nosotros lo hemos conocido: en que guardamos sus mandamientos.

4 El que dice: “Yo lo conozco” y no guarda sus mandamientos es mentiroso y la verdad no está en él.

5 Pero en el que guarda su palabra, en este verdaderamente el amor de Dios ha sido perfeccionado. Por esto sabemos que estamos en él.

6 El que dice que permanece en él debe andar como él anduvo.

7 Amados, no les escribo un mandamiento nuevo sino el mandamiento antiguo que tenían desde el principio. El mandamiento antiguo es la palabra que han oído.

8 Otra vez les escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en ustedes, porque las tinieblas van pasando y la luz verdadera ya está alumbrando.

9 El que dice que está en la luz y odia a su hermano, está en tinieblas todavía.

10 El que ama a su hermano permanece en la luz y en él no hay tropiezo.

11 Pero el que odia a su hermano está en tinieblas y anda en tinieblas; y no sabe a dónde va porque las tinieblas le han cegado los ojos.

12 Les escribo a ustedes, hijitos, porque los pecados de ustedes han sido perdonados por causa de su nombre.

13 Les escribo a ustedes, padres, porque han conocido al que es desde el principio. Les escribo a ustedes, jóvenes, porque han vencido al maligno. Les he escrito a ustedes, niñitos, porque han conocido al Padre.

14 Les he escrito a ustedes, padres, porque han conocido al que es desde el principio. Les he escrito a ustedes, jóvenes, porque son fuertes, y la palabra de Dios permanece en ustedes, y han vencido al maligno.

15 No amen al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él

16 porque todo lo que hay en el mundo — los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la soberbia de la vida — no proviene del Padre sino del mundo.

17 Y el mundo está pasando y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

18 Hijitos, ya es la última hora; y como oyeron que el anticristo había de venir, así también ahora han surgido muchos anticristos. Por esto sabemos que es la última hora.

19 Salieron de entre nosotros pero no eran de nosotros; porque si hubieran sido de nosotros habrían permanecido con nosotros. Pero salieron para que fuera evidente que no todos eran de nosotros.

20 Pero ustedes tienen la unción de parte del Santo y conocen todas las cosas.

21 No les escribo porque desconozcan la verdad sino porque la conocen y porque ninguna mentira procede de la verdad.

22 ¿Quién es mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo: el que niega al Padre y al Hijo.

23 Todo aquel que niega al Hijo tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo tiene también al Padre.

24 Permanezca en ustedes lo que han oído desde el principio. Si permanece en ustedes lo que han oído desde el principio, también ustedes permanecerán en el Hijo y en el Padre.

25 Y esta es la promesa que él nos ha hecho: la vida eterna.

26 Les he escrito esto acerca de los que los engañan.

27 Y en cuanto a ustedes, la unción que han recibido de él permanece en ustedes, y no tienen necesidad de que alguien les enseñe. Pero, como la misma unción les enseña acerca de todas las cosas, y es verdadera y no falsa, así como les enseñó, permanezcan en él.

28 Ahora, hijitos, permanezcan en él para que, cuando aparezca, tengamos confianza y no nos avergoncemos delante de él en su venida.

29 Si saben que él es justo, sepan también que todo aquel que hace justicia es nacido de él.

CAPITULO 2

LA INTERCESION DE CRISTO ES NUESTRO ANTIDOTO CONTRA EL PECADO MIENTRAS CAMINAMOS EN LA LUZ: PUES PARA CONOCER A DIOS DEBEMOS GUARDAR SUS MANDAMIENTOS Y AMAR A LOS HERMANOS, Y NO AMAR AL MUNDO, NI HACER CASO DE LOS ANTICRISTOS, DE LOS CUALES NUESTRA SEGURIDAD ES POR MEDIO DE LA UNCION INTERIOR DE DIOS PARA QUE PERMANEZCAMOS EN DIOS: DE MODO QUE A LA VENIDA DE CRISTO NO TENGAMOS VERGUENZA.

1. (5:18.) hijitos míos—El diminutivo expresa el tierno afecto de un pastor anciano y padre espiritual. Mis propios hijos queridos, es decir, hijos e hijas (Nota, 2:12). estas cosas—(1:6-10.) Mi propósito en escribir lo que acabo de escribir no es para que abuséis de ellas como si dieran licencia para pecar, sino, al contrario, “para que no pequéis” en absoluto (el aoristo griego, denota la ausencia no sólo del hábito, sino también de actos individuales de pecado [Alford.]) A fin de “andar en la luz” (1:5, 7), el primer paso es la confesión del pecado (1:9); el segundo (2:1), el deber de abandonar todo pecado. El propósito divino tiene por fin, tanto evitar la comisión del pecado, como destruir el pecado. [Bengel.] yIlativo; Además, “si alguno peca (aoristo del subjuntivo: si cae en algún pecado; no “si practica el pecado.”), mientras que lo aborrece y lo condena, no tema de acudir en seguida a Dios, el Juez, para confesarlo, porque “abogado tenemos para con él.” Está hablando de los pecados ocasionales del creyente, de debilidad a causa del engaño y malicia de Satanás. El uso de “nosotros” en esta posición denota que todos estamos expuestos al peligro de pecar, aunque no necesariamente constreñidos a pecar. abogado tenemos—La intercesión es la bendición de la familia de Dios; concede otras bendiciones a buenos y a malos, pero la justificación, la santificación, la continua intercesión y la paz, las da solamente a sus hijos. abogadoGriego, “paracleto,” el mismo vocablo aplicado al Espíritu Santo, como el otro “Consolador;” lo que demuestra la unidad de la Segunda y Tercera Personas de la Trinidad. Cristo es nuestro Intercesor en el cielo; y en su ausencia, acá en la tierra el Espíritu Santo es el otro Intercesor en nosotros. La intercesión de Cristo es inseparable de la consolación y la obra del Espíritu Santo en nosotros, como el espíritu de la oración intercesora. el justo—Como nuestro “abogado,” Cristo no es sólo quien demanda por nosotros, solicita en base a la justicia, tanto como en base a la misericordia. Aunque no puede decir nada bueno acerca de nosotros, puede decir mucho a nuestro favor. Es la justicia de él, o su obediencia a la ley, y su sufrimiento de la plena culpa por nosotros, la base por la cual demanda nuestra exoneración. El sentido es pues, “en que él es justo,” en contraste con nuestro pecado (“si alguno peca”). El Padre, al levantarlo de los muertos y colocarlo a su diestra, ha aceptado una vez por todas la reclamación de Cristo a nuestro favor. Por tanto las acusaciones del diablo contra los hijos de Dios son vanas. “La justicia de Cristo está de nuestra parte; porque la justicia de Dios es, en Cristo, nuestra.” (Lutero.)

2. Y élGriego, “Y él mismo”. El es nuestro Abogado del todo apoderado, porque él él mismo, es “la propiciación”; en lo abstracto, como en 1 Corintios 1:30 : él es para nosotros todo lo que se necesita para la propiciación “en pro de nuestros pecados:” el sacrificio expiatorio, proveído por el Padre de amor, que quita la enemistad y aplaca la justa ira, de parte de Dios, en contra del pecador. “No hay ninguna incongruidad en el hecho de que un padre se ofenda con aquel hijo a quien ama, tampoco en que ofendido con él, al mismo tiempo lo ame”. [El Obispo Pearson.] El único otro lugar donde ocurre el término griego “propiciación,” en el Nuevo Testamento es en el 4:10; corresponde en la Versión de los Setenta al hebreo caphar, efectuar la propiciación o reconciliación con Dios; y en Ezequiel 44:29, a la ofrenda por el pecado. En Romanos 3:25, griego, “el propiciatorio” es el “asiento de la misericordia”, o sea, la tapa del arca, donde Dios, representado por la gloria (Shekinah) sobre ella, se reunía con el pueblo, representado por el sumo sacerdote, que rociaba sobre él la sangre del sacrificio. nuestros—de los creyentes: no judíos, en contraste con gentiles, porque no está escribiendo a judíos (Romanos 5:21). de todo el mundo—la intercesión de Cristo se limita a los creyentes (v. 1; Romanos 1:7): su propiciación alcanza hasta donde alcance el pecado: Nota, 2 Pedro 2:1, “Negando al Señor que los rescató”. “Todo el mundo” no puede restringirse a la porción creyente del mundo (comp. 4:14; y “todo el mundo”, 5:19). “Tú también, eres parte del mundo, de modo que tu corazón no puede engañarse pensando que el Señor murió por Pedro y por Pablo, pero no por mí.” [Lutero.]

3. en esto sabemos—“En esto, y sólo en esto, sabemos (presente) que tenemos recibido conocimiento (pretérito perfecto, una vez por todas obtenido y que continúa) de él (vv. 4, 13, 14). Señales con que discernir la gracia se dan muchas veces en esta Epístola. Se refuta por las advertencias prescientes del Espíritu a los gnósticos, los que se jactaban de su conocimiento, pero hacían a un lado la obediencia. le hemos conocido—como “el justo” (vv. 1, 29); y como nuestro “Abogado”, o Intercesor. guardamos—palabra predilecta de Juan: en vez de hacer, lit., vigilar, guardar, tener seguro, como una cosa preciosa: observar para guardar. Así Cristo mismo. Quiere decir, no la perfecta conformidad, sino la aceptación sincera de toda la revelada voluntad de Dios, y la sujeción gustosa a ella. mandamientosórdenes expresas de fe, amor y obediencia. Juan nunca usa “la ley” para expresar la regla de la obediencia cristiana: la hace referir a la ley mosaica.

4. le he conocidoGriego, “he recibido y guardo conocimiento (pretérito perfecto) de él. Comp. con éste el 1:8.

5. No da la mera repetición de la proposición del v. 3; ni la aseveración de la alternativa opuesta del v. 4, sino la ampliación de la idea de “conocerle” (del v. 3), hasta decir: “en él (enfático en el griego: no un asunto de vanagloria) está hecha perfecta la caridad de Dios (el amor para con Dios)” y “estamos en él.” Amor aquí corresponde a conocimiento en el v. 3. En la medida en que amamos, en la misma medida le conocemos y viceversa, hasta que nuestro amor y conocimiento alcancen su plena madurez de perfección. su palabraSu palabra es una (Nota 1:5), y comprende sus “mandamientos”, que son muchos. por esto—en nuestro progreso hacia este ideal de perfecto amor y obediencia. Hay una gradación: “conocerle” (2:3); “estar en él” (2:5); “permanecer en él” (2:6); respectivamente, conocimiento, comunión, permanencia constante. [Bengel.]

6. estáGriego, “permanece,” que denota una condición duradera, sin interrupción, y sin fin. el que dice … debe—de modo que sus hechos sean consecuentes con sus palabras. como aquél—Los creyentes sabrán quién, tan lleno de él está su corazón (Juan 20:15). “Así como él anduvo” cuando estuvo en la tierra, especialmente con respecto al amor. Juan se deleita en referirse a Cristo como al hombre modelo, con las palabras, “así como él”. “No es su caminar sobre la mar, sino su caminar ordinario, el que se nos manda imitar.” [Lutero.]

7. hermanos—Los manuscritos y versiones más antiguos dicen, “Amados,” apropiado al tema, el amor. no … mandamiento nuevo—a saber, el amor, el principio básico de caminar como Cristo anduvo (Juan 2:6), y aquel mandamiento, del cual nos da luego una ejemplificación (Juan 2:9), el amor a los hermanos. desde el principio—desde el tiempo cuando primero oyeron la predicación del evangelio.

8. un mandamiento nuevo—era antiguo por cuanto los cristianos mismos lo habían oído desde el principio; pero “nuevo” (kaine, no nea, reciente; nuevo y diferente del antiguo precepto legalista), en que fué primero promulgado con el cristianismo; aunque en el íntimo espíritu de la ley estaba el amor aun a los enemigos, con todo estaba envuelto en los preceptos amargos que lo hicieron por algún tiempo casi irreconocible, hasta que vino el evangelio. El cristianismo fue el primero en poner el amor a los hermanos en el motivo nuevo y más alto, el amor instintivo a aquel que nos amó primero, que nos constriñe a amar a todos, aun a los enemigos, andando así en las pisadas del que nos amó cuando éramos enemigos. Por tanto, Jesús lo llama “nuevo” (Juan 13:34), “Amaos los unos a los otros, como yo os he amado” (el motivo nuevo; Juan 15:12.) que es verdadero en él y en vosotrosEn Cristo todas las cosas son siempre verdad, y así lo fueron desde el principio; pero en Cristo y nosotros conjuntamente el mandamiento (de amor hacia los hermanos) es pues verdadero cuando reconocemos la verdad que está en él y tenemos la misma floreciente en nosotros.” [Bengel.] Alford explica, “Lo que (el griego: el hecho que el mandamiento es nuevo) es verdadero en él y en nosotros, porque las tinieblas pasan y la luz verdadera alumbra; es decir, el mandamiento es uno nuevo, y esto es verdad tanto en el caso de Cristo como en el caso de vosotros: porque en vosotros las tinieblas están pasando, y en él la verdadera luz alumbra; por tanto, por ambas razones, el mandamiento es uno nuevo: nuevo respecto de vosotros, porque acabáis de llegar de las tinieblas hasta la luz; nuevo respecto de él, porque él lo proclamó cuando entró en el mundo para alumbrar a todo hombre y dió comienzo a ese fulgor que continúa aún ahora.” Yo prefiero explicar, con Bengel, que el nuevo mandamiento encuentra su veracidad, o comprobación, en su realización práctica en el caminar de los cristianos en unión con Cristo. Comp. el uso de “verdaderamente”, en el v. 5; Juan 4:42; Juan 6:55. La repetición de “en”, “en él y en vosotros,” y no “en él y vosotros,” denota que este mandamiento del amor encuentra su realización individualmente: primero “en él,” y luego “en nosotros,” conforme nosotros ahora “también andamos como él anduvo;” y con todo encuentra su realización conjuntamente, por estar ambos unidos en una oración gramatical, así como es por la virtud de haber sido cumplido primero en él el mandamiento de amor que se cumple también en nosotros, por el Espíritu de él en nosotros: comp. un caso similar, Juan 20:17, “mi Padre y vuestro Padre”: por virtud de ser él mi Padre es también “vuestro Padre.” tinieblas son pasadasGriego, “pasan,” como en el v. 17; o “están pasando.” No estarán del todo pasadas hasta que “el Sol de la justicia” salga visiblemente: “la luz ya alumbra”, si bien parcialmente, hasta que el día esclarezca.

9-11. No hay término medio entre luz y tinieblas, amor y odio, vida y muerte, Dios y el mundo; dondequiera que haya vida espiritual, por débil que sea, allí no reinan ya las tinieblas ni la muerte; allí el amor desaloja al odio; y Lucas 9:50 tiene constancia: donde no hay la vida, prevalecen la muerte, las tinieblas, la carne, el mundo, el odio, por cuanto más estén barnizados y disimulados a la observación del hombre; también Lucas 11:23. “Donde no hay amor, allí hay odio; porque el corazón no puede estar vacío.” [Bengel.] en luz—como su propio elemento. a su hermano—su prójimo, y especialmente los de la hermandad cristiana. El mismo título de hermano es la razón por la cual el amor debe practicarse. aun … todavía—no obstante que “la luz verdadera ya alumbra” (Lucas 2:8).

10. Permanecer en el amor es permanecer en la luz; porque la luz del evangelio no sólo ilumina el entendimiento; calienta también el corazón. no hay tropiezo—En contraste con “El que aborrece a su hermano … los ojos.” “En el que ama, no hay ni ceguera ni ocasión de tropezar (para él mismo): en el que no ama, tanto hay ceguedad como ocasión de tropiezo. El que aborrece a su hermano, es tropezadero para sí mismo, tropieza contra sí mismo y contra toda cosa existente dentro y fuera; el que ama tiene sendero sin impedimentos.” [Bengel.] Juan tiene en mente las palabras de Jesús, Juan 11:9. Alford bien dice: “La luz y las tinieblas están dentro de nosotros: admitidas al través del ojo, cuya simplicidad llena todo el cuerpo de luz.”

11. está en tinieblas y anda—“Está,” señala su ESTADO permanente: nunca salió “fuera de las tinieblas:” “Anda” señala su CONDUCTA EXTERIOR y sus hechos. a dóndeGriego, “dónde”; que incluye no sólo su destino a donde, sino también el camino (no conoce) por donde va. han cegado—más bien como el aoristo griego, “cegaron” de antiguo. Las tinieblas no sólo lo rodean, sino también lo ciegan, y la ceguera es de mucho tiempo.

12. Hijitos—e hijitas; niñitos (Griego, teknia), no la misma palabra así traducida Efesios 2:13 (paidía); infantes (en edad y en estado.) Llama “hijitos” a TODOS; (teknía, dim. de téknon), 2:1; 2:28; 3:18; 4:4; 5:21); pero sólo Efesios 2:13 y 18 usa el término (paidía), niñitos, criaturas. Nuestro Señor, cuyo Espíritu Juan absorbió tan hondamente, aplicaba a sus discípulos el término (Juan 13:33) de “hijitos” (teknía), hijos e hijas queridos; pero en Juan 21:5, “niñitos” (paidía). No es coincidencia impensada con la Epístola aquí, que en el Evangelio según Juan ocurre una clasificación similar, “corderos, ovejas, ovejas.” son perdonados—“Os han sido y están perdonados:” todos los hijos e hijas de Dios gozan de este privilegio.

13, 14. Para las tres clases usa el presente, “escribo;” luego en el aoristo, “os escribí” (no “he escrito;” además, en los manuscritos más antiguos y versiones, al fin Deuteronomio 2:13 es en aoristo, “escribí.”) A dos clases, “padres, y “mancebos,” les dirige las mismas palabras cada vez (salvo en el caso de los mancebos indica la fuente y los medios de su victoria); pero se dirige diferentemente a los “hijitos” y a los “niñitos.” habéis conocido—y “conocéis”, tal es el sentido aquí del tiempo perfecto. El “he escrito” (mejor “escribí” el aoristo epistolar), no indica una epístola anterior, sino ésta misma. Era un idiotismo el poner el pasado, pensando en el tiempo desde el punto de vista del lector; cuando éste recibiera la carta, ya el escrito sería del pasado. Cuando pone “escribo,” escribe desde su propio punto de vista. aquel … desde el principio—Cristo: “lo que era desde el principio.” vencido—Los padres; propiamente, por su edad, se caracterizan por su conocimiento. Los mancebos, correspondientes a su edad, por su actividad en el conflicto. Los padres, también, han vencido; pero ahora su servicio activo ha pasado; y ellos, como los niños, se caracterizan por haber conocido (los padres, a Cristo, “el que era desde el principio” y los niños, al Padre). De lo que deben darse cuenta primero los niños es de que Dios es Padre de ellos; corresponde al paralelo de los “hijitos,”…“vuestros pecados están perdonados por su nombre,” el primer privilegio universal de todos los queridos hijos de Dios. Así esta última cláusula incluye a todos, mientras la anterior se refiere más especialmente a los que están en la primera fase de la vida espiritual, “los niñitos.” Por supuesto, éstos pueden conocer al padre sólo por medio del Hijo (Mateo 11:27). Es hermoso ver cómo los padres son caracterizados como volviendo a las primeras grandes verdades de la niñez espiritual, y a la suma de frutos los más maduros de la experiencia avanzada, el conocimienio de aquél que era desde el principio (dos veces repetido,Mateo 2:13). Muchos de ellos habían conocido a Jesús probablemente en persona, tanto como por la fe. mancebos … fuerteshechos fuertes, siendo naturalmente débiles, hechos así aptos para vencer “al fuerte armado” por medio de aquel que es el “más fuerte.” La fe es la victoria que vence al mundo. Este término “vencer” es peculiarmente de Juan, adoptado de su amado Señor. Ocurre dieciséis veces en el Apocalipsis, seis veces en la Primera Epístola, y sólo tres veces en el resto del Nuevo Testamento. A finde vencer al mundo sobre el fundamento y en el poder de la sangre del Salvador, debemos estar dispuestos a despojarnos de todo lo del mundo que nos pertenece: pues no bien dijo, “habéis vencido al maligno (al príncipe del mundo), agrega, “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo.” fuertes, y—el secreto de la fuerza de los mancebos: la palabra del evangelio, vestidos del poder viviente del Espíritu que mora permanentemente en ellos; ésta es la “espada del Espíritu” manejada en oración, sirviendo a Dios. Contraste: la fuerza meramente física de los “mozos” (Isaías 40:30). La enseñanza oral preparó a estos jóvenes para el uso provechoso de la palabra, cuando estuviese escrita. “El anticristo no puede poneros en peligro (Isaías 2:8), ni Satanás arrancaros de la palabra de Dios.” al maligno—el cual, como “príncipe del mundo”, esclaviza “al mundo” (Isaías 2:15; Isaías 5:19. griego, “puesto en el malo”), especialmente a los jóvenes. Cristo vino para destruir a este “príncipe del mundo.” Los creyentes logran su primera conquista grande sobre él cuando pasan de las tinieblas a la luz, pero después deben mantener una continua vigilancia guardándose de los asaltos de aquél, con los ojos puestos en Dios, por quien sólo serán guardados en seguridad. Bengel piensa que Juan se refiere especialmente a la notable constancia mostrada por los jóvenes en la persecución de Domiciano. También a aquel joven al que Juan, vuelto del destierro en Patmos, llevó con amorosa persuasión al arrepentimiento. Dicho joven había sido encomendado por Juan, en una de sus giras apostólicas, a los sobreveedores de la iglesia, como un discípulo de promesa; había sido vigilado, pues, con cuidado hasta su bautismo. Luego, demasiado confiado en la gracia bautismal, se juntó con malos amigos, e iba cayendo paso a paso, hasta llegar a ser capitán de ladrones. Cuando Juan, pasados unos años, volvió a visitar a dicha iglesia y supo de la triste caída del joven, fué en seguida al escondite de los ladrones, y permitió que lo capturasen y lo llevasen ante su capitán. El joven, herida su conciencia por el recuerdo de los años anteriores, huyó del venerable apóstol. Lleno de amor el anciano padre corrió tras de él, le rogó que cobrara valor y le anunció el perdón de sus pecados en nombre de Cristo. El joven fué recuperado para los senderos del cristianismo, y fué el medio de inducir a muchos de sus malos compañeros a arrepentirse y a creer. [Clemente Alejandrino, Quis dives salvus?Isaías 4:2; Eusebio, Hist. Eccl. Libro 3:20; Crisóstomo, 1 Exhortación a Teodoro, 11.].

15. No améis al mundo—que yace en el maligno (5:19), a quien vosotros los mancebos habéis vencido. Habiendo vencido al mundo una vez por todas, por la fe (4:4; 5:4), llevad adelante la conquista del mundo, sin amar al mundo. “El mundo” aquí significa “el hombre y el mundo del hombre” [Alford.], en el estado de ambos como caídos, apartados de Dios. “Dios amó al mundo (con el amor que se manifiesta en compasión), y nosotros debiéramos sentir la misma suerte de amor por el mundo caído; pero no hemos de amar al mundo con congenialidad y simpatía en su distanciamiento de Dios; no podemos tener esta clase de amor hacia el mundo apartado de Dios, y al mismo tiempo, tener “el amor del Padre en nosotros.” ni—Griego, “ni tampoco”. Puede ser que uno niegue en general que amó al mundo, mientras que ávidamente sigue tras alguna de las cosas del mundo: riquezas, honores o placeres del mundo: esta frase manifiesta al tal su verdadera condición. si alguno—la amonestación, pues, dirigida a los jóvenes en particular, se aplica a todos. amor del padre—eso es, amor hacia el Padre. Los dos, Dios y el (pecaminoso) mundo, son contrarios el uno al otro; no se puede amar congenialmente a ambos al mismo tiempo.

16. todo lo que hay en el mundo—puede clasificarse como una de las siguientes tres cesas; el mundo tiene éstas y ninguna más: la concupiscencia de la carne—es decir, el deseo que tiene su asiento y fuente en nuestra baja naturaleza animal. Satanás probó esta tentación primero con Cristo: Lucas 4:3, “Dí a esta piedra que se haga pan.” La juventud está especialmente expuesta a los desees carnales. concupiscencia de los ojos—la avenida por la cual las cosas externas del mundo, las riquezas, la pompa, la hermosura, nos inflaman. Satanás probó esta tentación en Cristo cuando le enseñó los reinos del mundo en un solo momento. A causa de la concupiscencia de los ojos David (2 Samuel 11:2) y Acán (Josué 7:21) cayeron. Véase la oración de David, Salmo 119:37 : la resolución de Job, Job 31:1; Mateo 5:28 : El único bien de las riquezas mundanas para el que las posee está en contemplarlas con los ojos, Comp. Lucas 14:18, “Tengo que ir y verlala soberbia de la vidalit., “la presunción arrogante:” la parada vanagloriosa. La soberbia, el pecado de Satanás que causó su caída, y forma el vínculo entre los dos enemigos del hombre, el mundo (que corresponde a la concupiscencia de los ojos) y el diablo (como la concupiscencia de la carne es un tercero). Satanás probó esta tentación en Cristo colocándole sobre las almenas del templo, para que, en orgullo espiritual y presunción, en base al cuidado de su Padre, se arrojara desde ellas. Los mismos tres enemigos aparecen en las tres clases de tierra donde cae la simiente divina: los del camino, el diablo; los espinos, el mundo: los pedregales. la carne. La terrible antitrinidad del mundo, “la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida” asimismo se presentó en la tentación de Eva: “Y vió la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría” (una manifestación del “orgullo de la vida,” el deseo de saber más que lo revelado por Dios, Colosenses 2:8, el orgullo del saber profano). no es del Padre—no viene de “el Padre,” como el origen (usado de los “niñitos,” o “hijitos” Daniel 2:13). El que es nacido de Dios solo, vuelve a Dios; el que es (o viene) del mundo, vuelve al mundo: la fuente del amor a Dios y la del amor al mundo son irreconciliablemente distintas.

17. el mundo—con todos los que son del mundo, mundanos. se pasa—“está pasando” ahora mismo. su concupiscencia—en su triple manifestación (2:16). el que hace la voluntad de Dios—no la suya propia, carnal, ni la del mundo, sino la voluntad de Dios (2:3, 6), especialmente con respecto al amor. permanece—“asimismo como Dios permanece para siempre” (son uno con él los piadosos; véase Salmo 55:19, “El que desde la antigüedad permanece”), un comentario verídico, que Cipriano y Lutero agregaron al texto sin apoyo de los manuscritos griegos. En contraste con las tres concupiscencias pasajeras del mundo, el que hace la voluntad de Dios tiene tres bienes permanentes, “riquezas, honra y vida” (Proverbios 22:4).

18. hijitos—Como en el 2:13, “niños” en edad. Idos los padres y los mancebos, “el último tiempo” con sus “muchos anticristos” está por sobrevenir repentinamente a los niños. “En esta última hora vivimos todos aún.” [Bengel.] Cada época sucesiva ha tenido impresas en ella algunas de las señales del “último tiempo” que precede la venida de Cristo, para guardar a la Iglesia en la expectativa continua de su Señor. Su relación Colosenses 2:15 es: Están por venir los seductores, que son del mundo, y quieren tentaros para que salgáis de entre nosotros (2:19) y neguéis al Cristo (2:22). como … habéis oído—de los apóstoles, predicadores del evangelio (por ejem. 2 Tesalonicenses 2:3; y en la región de Efeso, Hechos 20:29). ha de venirGriego, “viene,” es decir, de su propio lugar. Se interpreta la palabra de dos maneras: un Cristo falso (Mateo 24:5, Mateo 24:24), lit., “un reemplazante de Cristo;” o un adversario de Cristo; lit., “uno en contra de Cristo.” Como Juan nunca usa seudo-cristo por Anticristo, es claro que significa un adversario de Cristo, que se arroga lo que pertenece a Cristo, y desea sustituirlo como el objeto supremo de adoración. Niega al Hijo, no obrando meramente, como el papa, en el nombre de Cristo. 2 Tesalonicenses 2:4, “Que se opone (Griego antikeimenos) a todo lo que se llama Dios,” decide el asunto. A la gran verdad de Dios de que “Dios es hombre,” quiere sustituirla con su propia mentira de que “el hombre es Dios.” [Trench.] muchos anticristos—Corresponden al espíritu de anarquía (Griego) que ya está obrando.” El principio anticristiano aparecía entonces, como ahora, en los hombres malos y en las enseñanzas y escritos malos; pero con todo “El Anticristo” significa una persona hostil, asimismo como, “El Cristo” es un Salvador personal. Como “viene” se aplica a Cristo, del mismo modo aquí al Anticristo, la incorporación en su propia persona de todos los rasgos y el espíritu anticristianos de aquellos “muchos anticristos” que ha habido, y que son precursores de él. Juan usa el singular para determinarlo. Ningún otro escritor del Nuevo Testamento usa el término. Probablemente corresponde al “cuerno pequeño, que tiene ojos de hombre y habla grandezas” (Daniel 7:8, Daniel 7:20): como “el hombre de pecado, hijo de perdición” (2 Tesalonicenses 2.); “la bestia que asciende del abismo (Apocalipsis 11:7; Apocalipsis 17:8), o más bien, “el falso profeta,” igual a “la segunda bestia que sube de la tierra” (Apocalipsis 13:11; Apocalipsis 16:13).

19. de (entre) nosotros—de nuestra comunión cristiana. No necesariamente una sucesión formal: así Roma ha “salido” espiritualmente, aunque de forma todavía es de la Iglesia cristiana. no eran de nosotros—en cuanto a la confraternidad espiritual (1:3). “Son como humores malos en el cuerpo de Cristo, la Iglesia: cuando se los expele, entonces el cuerpo queda aliviado: el cuerpo de Cristo está aún en tratamiento, y no ha alcanzado aún la perfecta salud que tendrá sólo en la resurrección.” [Agustín, Ep. Juan, Tratado 3:4.]. hubieran … permanecido—Lo que denota la indefectibilidad de la gracia en los elegidos. “Donde la llamada de Dios es efectual, allí habrá perseverancia segura.” [Calvino.] Sin embargo, no es una necesidad fatal, sino una “necesidad voluntaria” [Dídimo.] que hace que los hombres permanezcan, o si no, salgan del cuerpo de Cristo. Nosotros o estamos entre los miembros, o entre los malos humores. No es de su propia voluntad el que cada uno o sea un anticristo, o esté en Cristo.” [Agustín.] Con todo, las acciones de Dios en la eterna elección, se armonizan de una manera para nosotros inexplicable, con el libre albedrío y resposabilidad del hombre. Es la propia voluntad mala de los hombres lo que elige el camino del infierno; es la gracia de Dios, libre soberana, lo que trae a cualquiera a él y al cielo. A Dios atribuyen los salvos la obra de su salvación desde el principio hasta el fin; aquéllos se reprocharán a sí mismos, no los decretos de Dios, por la condenación que sufrirán (3:9; 5:18). que todos no son de nosotros—No “todos los anticristos,” sino “que no todos (los que estuvieron por un tiempo entre nosotros) eran de nosotros.” Comp. 1 Corintios 11:19, “Debe haber entre vosotros hasta herejías, para que los aprobados sean manifestados entre vosotros.” En vez de “eran”, algunos de los manuscritos más antiguos dicen “son.” Tales ocasiones prueban cuáles son y cuáles no son pueblo del Señor.

20. MasGriego, “Y”. Aquí declara los me dios que tienen los creyentes con que resistir a los anticristos (1 Corintios 2:18), a saber, el crisma (así el griego: un juego con sonidos similares), o sea, “ungüento de unción,” es decir, el Espírtiu Santo (más claramente mencionado más adelante, como es el estilo de Juan,1 Corintios 3:24; 1 Corintios 4:13; 1 Corintios 5:6), que ellos tienen (“vosotros” es enfático, en contraste con los apóstatas Daniel 2:19) “del Santo”, de parte del Santo, Cristo (Juan 1:33; Juan 3:34; Juan 15:26; Juan 16:14): “el Justo” (Juan 2:1), “puro” (Juan 3:3), “el Santo” (Hechos 3:14), “de Dios;” (Marco 1:24). Sólo los ungidos de Dios en Cristo pueden resistir a los que están ungidos con el espíritu de Satanás, anticristos, que quieren apartarlos del Padre y del Hijo. Los creyentes tienen al Espíritu de unción de parte del Padre también, tanto como del Hijo: asimismo como el Hijo es ungido por el Padre. Por tanto el Espíritu es la señal de que estamos en el Padre y en el Hijo; el que no lo tiene no es de Cristo. El ungüento material de los ingredientes más caros se derramaba sobre la cabeza de sacerdotes y reyes, para tipificar el ungüento espiritual que procede de Cristo, la Cabeza, a nosotros miembros de su cuerpo. No podemos tener parte en él como Jesús, a menos que seamos verdaderos cristianos y estemos en él como Cristo, ungidos con aquel crisma que es del Santo. El Espíritu derramado sobre Cristo la Cabeza es difundido por él por todos los miembros. “Parece que somos todos el cuerpo de Cristo: porque todos estamos ungidos: y todos en él somos de Cristo y somos Cristo, porque en alguna medida el Cristo entero es Cabeza y cuerpo.” y—por tanto conocéis, todas las cosas—necesarias para obrar correctamente contra las seducciones del Anticristo y para la vida cristiana y la santidad. En la misma medida que uno tiene el Espíritu, en ella (más o menos) conoce todas estas cosas.

21. como a los que la conocéis—No sólo sabéis lo que es la verdad (tocante al Hijo y al Padre,Marco 2:13), sino que también sabéis discernir la mentira por cosa contraria a la verdad. Pues lo recto (una línea recta) es el índice de sí mismo y de lo que es torcido. [Estius.] El griego es susceptible a la traducción de Alford: “Por cuanto la conocéis, y por cuanto ninguna mentira es de la verdad” (no procede de la verdad: está excluída de ser de la verdad), por tanto escribí (en esta Epístola) para señalar cuál es la mentira y cuáles son los mentirosos.

22. “¿Quién es—“el mentiroso?” ¿el culpable de la mentira aludida? que Jesús es el Cristo—la gran verdad céntrica. anticristoGriego, “el Anticristo”; que no es personal aquí, sin embargo, sino en lo abstracto; el ideal del anticristo es la negación del Padre y del Hijo. Negar a éste es en efecto negar a aquél también. Otra vez, la verdad referente al Hijo debe ser sostenida en su integridad; negar que Jesús es el Cristo, o que es el Hijo de Dios, o que vino en la carne, invalida el todo (Mateo 11:27).

23. Griego, “Todo aquel que niega al Hijo no tiene al Padre tampoco;” “por cuanto Dios se ha dado a vosotros completamente para vuestro gozo en Cristo.” [Calvino.] cualquiera que confiesa—frase omitida en algunos manuscritos, aunque no en los más antiguos. tiene—es decir, en su posesión permanente como su “porción”, mediante la viviente comunión personal.

24. desde el principio—desde cuando oísteis por primera vez el evangelio. sea permaneciente—la verdad que oísteis tocante al Padre y al Hijo, no meramente como la semilla que cae en tierra, sino como que se arraigue (Mateo 3:9). en vosotros—en forma enfática: “en vosotros permanezca”. Asimismo enfático: “Vosotros … permaneceréis”. Confesad, pues, al Hijo, y también tendréis al Padre (v. 23). Habiendo recibido la viviente simiente de la verdad tocante al Padre y al Hijo, somos transformados a la semejanza de aquel cuya simiente hemos recibido en el corazón.

25. ésta es la promesa—La vida eterna será la consumación permanente de esta permanencia en el Hijo y en el Padre. él nos prometióGriego, “el mismo”, Cristo, “el Hijo” (comp. el 1:1, con Juan 3:15, Juan 3:36; Juan 6:40, Juan 6:47, Juan 6:57; Juan 17:2).

26. he escrito—resumiendo desde el v. 21 y el 14. esto—(v. 18-25.) que os engañan—que tratan de seducirnos y apartaros al error.

27. Pero la nación—El griego: “Y vosotros la unción que …” “Y vosotros”, los creyentes en contraste con los seductores, palabras prominentes en la proposición (cuyo orden está interrumpido) que sólo encuentra un complemento en el verbo “no tenéis necesidad”. Lo de “la unción” se resume desde el v. 20. recibido de él—(Juan 1:16.) De modo que “somos a Dios un olor suave en Cristo”, mora en vosotros—Tácitamente así les amonesta para que digan. cuando sean tentados por los seductores, “La unción permanece en nosotros; no nos hace falta quien nos enseñe (pues tenemos al Espíritu Santo que nos guía a toda la verdad; Jeremias 31:34; Juan 6:45; Juan 16:13): él nos enseña la verdad; en dicha enseñanza permaneceremos”. [Bengel.] mas—“Y por lo tanto”: Dios es suficiente para los que son enseñados de él; independientes son de todos los demás, aunque, por cierto, no rechazan el consejo cristiano de los ministros fieles, “La comunicación mutua no debe hacérsela a un lado: hay que aprobarla en el caso de los que participan de la unción en un cuerpo.” [Bengel.] la misma unción—que recibisteis una vez por todas, y que aun permanece en vosotros. todas cosas—las esenciales para la salvación: el punto aquí discutido. No que el creyente llegue a ser infalible, pues ningún creyente recibe aquí al Espíritu en toda su plenitud, sino la sólo medida necesaria para guarda:lo del error que destruye al alma. Del mismo modo la Iglesia, aunque tiene al Espíritu en sí, no es infalible (pues muchos falibles miembros nunca pueden hacer un todo infalible), sino que es guardada de modo de no perder del todo la verdad salvadora. no es mentira—como la enseñanza anticrístiansa. perseveraréis—“Permaneceréis” (v. 24: el mismo verbo), así como la unción permanece en vosotros. Los manuscritos más antiguos dicen “permaneced”, HijitosGriego, como en el 2:12: creyentes de toda posición y edad. perseverad en él—en Cristo. Juan repite su amonestación con un nombre cariñoso, como padre al hablar a sus queridos hijos. apareciere—“sea manifestado,” o “revelado.” tengamos—nosotros, escritor y lectores. confundidosGriego, “No quedamos avergonzados (lit.) de él”, retrocediendo de él en confusión. Contraste: “franqueza en el día del juicio,” 4:17; cf. 3:21; 5:14. En el Apocalipsis (escrito, pues, piensa Bengel, subsecuentemente), la venida de Cristo se representa como postergada a grande distancia.

29. El encabezamiento de la segunda división de la Epístola: “Dios es justo; por tanto, todo el que hace justicia es nacido de él.” El amor es el gran rasgo y principio de la “justicia” escogido para la discusión, 2:29-3:3. Si sabéis … sabed—Distintos verbos en el griego: sabéis y conoced, o conocéis: Ya aprendisteis que Dios (“él” comprende tanto “el Padre,” del cual cada creyente es nacido (éste Colosenses 3:1), como “el Hijo”, (2:1, 23) es justo, debéis de necesidad, pues, percibir también la consecuencia de dicha verdad, a saber, “que cualquiera que hace justicia (y él solo: Griego, “la justicia,” tal justicia que Dios aprueba) es nacido de él” El justo engendra a los justos. No se nos dice nunca que uno nazca de Cristo, sino de Dios, con el cual Cristo es uno. Hollaz en Alford define la justicia de Dios: “Es la divina energía por cuyo poder Dios determina y lleva a cabo todas las cosas que están conformes a su eterna ley, prescribe leyes propias a sus criaturas, cumple sus promesas hechas a los hombres, recompensa a los buenos, y castiga a los impíos.” hace—“Porque las gracias (las virtudes) son prácticas, y tienen su ser en ser producidas (o ejercidas); pues cuando han dejado de actuar, o sólo están por actuar, ni tienen el ser aún.” (Oecumenius.) “Dios es justo, y por tanto la fuente de la justicia; cuando un hombre pues hace la justicia, sabemos que la fuente de su justicia es Dios, que por consiguiente ha adquirido por el nuevo nacimiento de parte de Dios aquella justicia que no tenía por la naturaleza. Arguimos por el hecho de que él hace justicia, que ha nacido él de Dios.” El error de los pelagianos es su conclusión de que el hacer justicia es la condición de llegar a ser hijo de Dios.” (Alford, con toda verdad.) Véase Lucas 7:47, Lucas 7:50 : Su mucho amor demostró que sus pecados estaban ya perdonados; no que fuese condición necesaria para tenerlos perdonados.

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