Juan 1:1-51

1 En el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios.

2 Ella era en el principio con Dios.

3 Todas las cosas fueron hechas por medio de ella, y sin ella no fue hecho nada de lo que ha sido hecho.

4 En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

5 La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

6 Hubo un hombre enviado por Dios que se llamaba Juan.

7 Él vino como testimonio, a fin de dar testimonio de la luz para que todos creyeran por medio de él.

8 No era él la luz sino que vino para dar testimonio de la luz.

9 Aquel era la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene al mundo.

10 En el mundo estaba y el mundo fue hecho por medio de él, pero el mundo no lo conoció.

11 A lo suyo vino pero los suyos no lo recibieron.

12 Pero a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio derecho de ser hechos hijos de Dios,

13 los cuales nacieron no de sangre ni de la voluntad de la carne ni de la voluntad de varón sino de Dios.

14 Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, y contemplamos su gloria, como la gloria del unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad.

15 Juan dio testimonio de él y proclamó diciendo: “Este es aquel de quien dije: El que viene después de mí ha llegado a ser antes de mí porque era primero que yo”.

16 Porque de su plenitud todos nosotros recibimos, y gracia sobre gracia.

17 La ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.

18 A Dios nadie lo ha visto jamás; el Dios único que está en el seno del Padre, él lo ha dado a conocer.

19 Este es el testimonio de Juan cuando los judíos le enviaron de Jerusalén unos sacerdotes y levitas para preguntarle: — ¿Quién eres tú?

20 Él confesó y no negó sino que confesó: — Yo no soy el Cristo.

21 Y le preguntaron: — ¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías? Y dijo: — No lo soy. — ¿Eres tú el profeta? Y respondió: — No.

22 Le dijeron entonces: — ¿Quién eres, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices en cuanto a ti mismo?

23 Dijo: — Yo soy la voz de uno que proclama en el desierto: “Enderecen el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías.

24 Y los que habían sido enviados eran de los fariseos.

25 Le preguntaron y le dijeron: — ¿Entonces, por qué bautizas si tú no eres el Cristo ni Elías ni el profeta?

26 Juan les respondió diciendo: — Yo bautizo en agua, pero en medio de ustedes está uno a quien ustedes no conocen.

27 Él es el que viene después de mí, de quien yo no soy digno de desatar la correa del calzado.

28 Estas cosas acontecieron en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

29 Al día siguiente, Juan vio a Jesús que venía hacia él y dijo: — ¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!

30 Este es aquel de quien dije: “Después de mí viene un hombre que ha llegado a ser antes de mí porque era primero que yo”.

31 Yo no lo conocía; pero para que él fuera manifestado a Israel, por eso vine yo bautizando en agua.

32 Juan dio testimonio diciendo: — He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y posó sobre él.

33 Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: “Aquel sobre quien veas descender el Espíritu y posar sobre él, este es el que bautiza en el Espíritu Santo”.

34 Yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios.

35 Al día siguiente, de nuevo estaba Juan con dos de sus discípulos.

36 Al ver a Jesús que andaba por allí, dijo: — ¡He aquí el Cordero de Dios!

37 Los dos discípulos lo oyeron hablar y siguieron a Jesús.

38 Jesús, al darse vuelta y ver que lo seguían, les dijo: — ¿Qué buscan? Y ellos le dijeron: — Rabí — que significa maestro — , ¿dónde moras?

39 Les dijo: — Vengan y vean. Por lo tanto, fueron y vieron dónde moraba; y se quedaron con él aquel día, porque eran como las cuatro de la tarde.

40 Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús.

41 Este encontró primero a su hermano Simón y le dijo: — Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).

42 Él lo llevó a Jesús y, al verlo, Jesús le dijo: — Tú eres Simón hijo de Jonás. Tú serás llamado Cefas (que significa piedra).

43 Al día siguiente, Jesús quiso salir para Galilea y encontró a Felipe. Y Jesús le dijo: — Sígueme.

44 Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro.

45 Felipe encontró a Natanael y le dijo: — Hemos encontrado a aquel de quien Moisés escribió en la Ley y también en los Profetas: a Jesús de Nazaret, el hijo de José.

46 Y le dijo Natanael: — ¿De Nazaret puede haber algo de bueno? Le dijo Felipe: — Ven y ve.

47 Jesús vio que Natanael venía hacia él y dijo de él: — ¡He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño!

48 Le dijo Natanael: — ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: — Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.

49 Le respondió Natanael: — Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el rey de Israel!

50 Respondió Jesús y le dijo: — ¿Crees porque te dije: “Te vi debajo de la higuera”? ¡Cosas mayores que estas verás!

51 Y les dijo: — De cierto, de cierto les digo que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.

EL VERBO HECHO CARNE.

1. En el principio—de todo el tiempo y la existencia creada, porque este Verbo le dió ser (vv. 3, 10); por lo tanto, “antes que el mundo fuese” (cap. 17:5, 24), o desde la eternidad. era el Verboel que es a Dios lo que la palabra del hombre es al hombre mismo, la manifestación o expresión de sí mismo a los que están fuera de él. (Véase la nota acerca del v. 18). Sobre el origen de este título el más elevado y ahora para siempre consagrado, de Cristo, éste no es el lugar para hablar. Ocurre sólo en las obras de este escritor seráfico. era con Dios—teniendo existencia personal consciente distinta de Dios (como uno es de, o desde, la persona, él es “con”), mas inseparable de él y asociado con él (v. 18; cap. 17:5; 1 Juan 1:2, Joel 1:2, donde “EL PADRE” se usa en el mismo sentido como “Dios” aquí). era Dios—en sustancia y esencia Dios; o poseía divinidad esencial y propia. Así cada una de estas afirmaciones ricas es el complemento de la otra, corrigiendo cualquier falso concepto que pudieran ocasionar las otras. ¿Fué eterno el Verbo? No era la eternidad “del Padre”, sino la de una existencia personal consciente distinta de él y asociada con él. ¿Era el Verbo así “con Dios”? No era lo distinto y el compañerismo de otro ser, como si hubiera más Dioses que uno, sino de Uno quien era Dios mismo, en tal sentido que la unidad absoluta de la Divinidad, el gran principio de toda religión, solamente es transferida de la región de abstracción vaga a la región de la vida y amor esenciales. Pero ¿por qué toda esta definición? No para darnos alguna información abstracta acerca de ciertas distinciones misteriosas en la Divinidad, sino sólo para hacer saber al lector quién era aquel que en la plenitud del tiempo “fué hecho carne”. Después de cada versículo, pues, debe decir para sí el lector: “Era el que es descripto así y así, quien fué hecho carne.”

2. Este, etc.—Véase sobre qué calidad del Verbo es puesto el énfasis: Su distinción eterna, en unidad, de Dios, el Padre.

3. Todas las cosas, etc.—todas las cosas absolutamente, como es evidente por el v. 10; 1 Corintios 8:6; Colosenses 1:16; mas puesto fuera de duda por lo que sigue: “Sin él nada de lo que es hecho, fué hecho”. Esta es una negación de la eternidad y la no creación de la materia, lo que era creído por todo el mundo pensador, fuera del judaísmo y del cristianismo; o más bien, la creación propiamente dicha no fué ni soñada sino por los adherentes de la religión revelada.

4. En él estaba la vidaesencial y originalmente, como los versículos anteriores manifiestan que es el sentido. De modo que él es el Verbo Viviente, o, como se llama en 1 Juan 1:1, “El Verbo de la vida”. la vida era la luz de los hombres—todo lo que en los hombres es la verdadera luz: la ciencia, la integridad, la inteligencia, la sujeción voluntaria a Dios, el amor a él y a sus semejantes, la sabiduría, la pureza, el gozo santo, la felicidad racional; toda esta “luz de los hombres” tiene su fuente en la “vida” esencial original del “Verbo”. (1 Juan 1:5; Salmo 36:9).

5. en las tinieblas resplandece, etc.—en este mundo tenebroso y caído, en la humanidad que “moraba en tienieblas y sombra de muerte”, sin la capacidad de hallar el camino de la verdad o de la santidad. En esta densa obscuridad, y el desvío intelectual y moral consiguiente, “la luz del Verbo” resplandece, mediante todos los rayos, sean los de la naturaleza, sean los de la enseñanza revelada (aparte de la encarnación del Verbo) con los cuales los hombres son favorecidos. las tinieblas no la comprendieron—“no la acogieron”, un breve sumario del efecto de todos los esfuerzos del Verbo no encarnado por todo este amplio mundo desde el principio, y una insinuación de la necesidad de que él se vistiera de carne, si había de efectuarse la salvación de los hombres. (1 Corintios 1:21).

6-9. El evangelista aquí se acerca a su gran tesis, preparando así el camino para la completa exposición de ella en el v. 14, de modo que podamos soportar su brillante luz y comprender su longitud y anchura, profundidad y altura. por él—por medio de Juan el Bautista. no era … la luz—Véase la nota acerca del cap. 5:35. ¡Qué testimonio a Juan el tener que explicar que “él no era la luz” aquella! No fué sino una hoja que reflejaba la verdadera luz, mermando su velita delante de la Aurora de lo alto (cap. 3:30). alumbra a todo hombre, etc.—más bien, “luz, que viniendo al mundo, alumbra a todo hombre”; o, “es la luz del mundo” (cap. 9:5). “Viniendo al mundo” es una descripción superflua y bien rara de “todo hombre”; pero es de todas las descripciones de Cristo entre las más familiares, especialmente en los escritos de este evangelista (caps. 12:46; 16:28; 18:37; 1 Juan 4:9, Joel 4:9; 1 Timoteo 1:15, etc.)

10-13. En el mundo estaba, etc.—El lenguaje aquí es casi tan maravilloso como el pensamiento. Obsérvese su sencillez pulida, su sonoridad—resonando “el mundo” en cada uno de sus tres miembros—la forma enigmática en que está investido, sorprendiendo al lector, y poniendo a trabajar su ingeniosidad para resolver el estupendo enigma de Cristo desconocido en su propio mundo. “El mundo”, en las dos primeras cláusulas, evidentemente quiere decir el mundo creado, al cual vino, “en el mundo estaba” (v. 10). Por su encarnación, él vino a ser un Habitante de él, y envuelto con él. Sin embargo, “fué hecho por él” (vv. 3, 4, 5). Aquí, pues, es meramente mencionado, en contraste en parte con el estar en él, pero aun más con el recibimiento que él halló de parte de él. “El mundo que no le conoció” (1 Juan 3:1, Joel 3:1) es naturalmente el mundo inteligente de la humanidad. (Véase la nota acerca de los vv. 11, 12). Tomando las dos primeras cláusulas como una sola afirmación, tratamos de comprenderla pensando en el Cristo niño concebido en la matriz y nacido en los brazos de su propia criatura, y en el hombre Cristo Jesús que respira su propio aire, pisando su propio suelo, alimentado por sustancias a las cuales él dió el ser, y el Creador de los mismos hombres que vino a salvar. Pero el comentario más vivo de este versículo entero será alcanzado siguiendo (en su historia incomparable) a aquel de quien habla, mientras camina entre todos los elementos de la naturaleza, las enfermedades de los hombres y la muerte misma, los secretos del corazón humano, y los “gobernadores de las tinieblas de este mundo” en todo su número, sutileza, y malignidad, no sólo con absoluta tranquilidad, como su Señor consciente, sino, como podríamos decir, con pleno conocimiento de parte de ellos de la presencia de su Hacedor, cuya voluntad a cada uno y a todos ellos era la ley. Y éste es la persona de quien se dice a continuación, “el mundo no le conoció”. A lo suyo—su propia posesión, la palabra (en griego) está en el género neutro. Quiere decir su propia tierra, ciudad, templo, derechos y posesiones mesiánicos. y los suyos—“Su propio pueblo”, porque ahora la palabra está en el masculino plural. Quiere decir los judíos, como el “pueblo peculiar”. Tanto ellos como sus tierras, con todo lo que esto incluía, eran “suyos propios”, no tanto como parte del “mundo que fué hecho por él”, sino como “heredero” de la herencia (Lucas 20:14). (Véase también la nota acerca de Mateo 22:1). los suyos no le recibieronnacionalmente, como testigos escogidos de Dios. a todos los que le recibieronindividuos, del “pueblo rebelde y contradictor”. dióles potestad—La palabra quiere decir tanto autoridad como capacidad, y ambos sentidos se entienden aquí. de ser hechos—Fíjese en estas palabras: Jesús es el Hijo de Dios; nunca se dice de él “ser hecho” o “venir a ser Hijo”. hijos—sencillamente “hijos” (sin artículo), en nombre y en naturaleza. los que creen en su nombrefrase nunca usada en las Escrituras de alguna mera criatura, para expresar el crédito dado al testimonio humano, aun de profetas y apóstoles, en cuanto que lleva en sí la idea de CONFIANZA correcta solamente para con Dios. En este sentido de fe suprema, como debida a aquel que “da a los que creen en él, potestad de ser hechos hijos de Dios”, manifiestamente se usa aquí.

13. Los cuales no son engendrados—una filiación, pues, no de mero título y privilegio, sino de naturaleza, siendo hecha consciente el alma de las capacidades, percepciones y emociones de hijo de Dios, antes no conocidas. no … de sangre, etc.—no de descendencia humana superior, no de generación humana alguna, no de hombre de manera alguna. Por esta negación elaborada triple de la fuente humana de esta filiación, una fuerza inmensa es dada a lo que sigue: “mas de Dios”. ¡La dádiva regia, cuyo Donador tiene que ser absolutamente divino! Porque ¿quién no adoraría a aquel que puede introducirlo en la familia, y despertar dentro de él, la misma vida de los hijos de Dios?

14. Y aquel Verbo, etc.—Para levantar al lector a la altura de este punto culminante, fueron escritos los trece versículos anteriores. fué hecho carnevino a ser hombre, y en la presente condición frágil, mortal, indicada por la palabra “carne” (Isaías 40:6; 1 Pedro 1:24). Esta declaración probablemente se dirigía contra los “docetistas”, que enseñaban que Cristo no vino a ser realmente hombre, sino aparentemente; contra los cuales este espíritu manso es vehemente en sus Epístolas, 1 Juan 4:3, Joel 4:3; Joel 1:7, Joel 1:100, 1 Juan 1:11. [Lucke, etc.] Tampoco podía ser él demasiado vehemente contra ellos, porque si se rechaza la verdad de la Encarnación, todo el cristianismo sustancial desaparece. Pero ahora, unido a nuestra naturaleza, desde ahora en adelante él es personalmente consciente de todo lo que es estrictamente humano, como lo es también de todo lo que es propiamente divino; y nuestra naturaleza en su persona es redimida y avivada, ennoblecida y transfigurada. y habitó entre nosotros—“tabernaculó”, o “plantó su carpa”; palabra peculiar a Juan, quien la usa cuatro veces, siempre en el sentido de una morada permanente (Apocalipsis 7:15; Apocalipsis 12:12; Apocalipsis 13:6; Apocalipsis 21:3). Porque siempre unido a nuestra “carne”, él entró a este tabernáculo “para no salir más”. La alusión es a aquel Tabernáculo, donde moraba la Shekinah (véase la nota acerca de Mateo 23:38), o se manifestaba “la Gloria de Jehová”, y con referencia a la residencia permanente de Dios entre su pueblo (Levítico 26:11; Salmo 68:18; Salmo 132:13; Ezequiel 37:27). Esto es puesto fuera de toda duda por lo que sigue inmediatamente: “Y vimos su gloria”. [Lucke, Meyer, De Wette, remontando éste último más que de costumbre, dice que así fueron perfeccionadas todas las manifestaciones parciales anteriores de Dios en una manifestación esencialmente personal e históricamente humana.] lleno de gracia y de verdad—Así se debe leer: “Habitó entre nosotros, lleno de gracia y de verdad”, indicando el fruto completo de los propósitos de amor de parte de Dios para con los pecadores de la humanidad, los cuales frutos hasta ahora existían sólo en promesa, y el cumplimiento al fin de aquella promesa en Cristo; en una gran palabra: “las misericordias firmes a David” (Isaías 55:3; Hechos 13:34; cf. 2 Samuel 23:5). En su persona toda aquella Gracia y Verdad, que habían estado flotando tanto tiempo en forma tenebrosa, y lanzando en las almas de los pobres y necesitados sus rayos quebrados, tomaron posesión permanente de la carne humana, y la llenaron. Por esta Encarnación de la Gracia y la Verdad, la enseñanza de miles de años fué de una vez sobrepujada y agotada y la familia de Dios entró de golpe en su mayoría de edad. (y vimos su gloria—no por el ojo del sentido, el cual vió en él sólo al “carpintero”. Su gloria era “discernida espiritualmente” (1 Corintios 2:7; 2 Corintios 3:18; 2 Corintios 4:4, 2 Corintios 4:6; 2 Corintios 5:16)—la gloria de gracia, amor, ternura, sabiduría, pureza, espiritualidad excelentes; de majestad y mansedumbre, riqueza y pobreza, poder y debilidad, encontrándose en contraste único de su género; siempre atrayendo y a veces encantando a los “niños” que le seguían y lo abandonaron todo por él. gloria como del unigénito del Padre)—Véase la nota acerca de Lucas 1:35—no semejante, sino “como la que pertenece al unigénito”, tal como convenía o era idónea al unigénito del Padre [Crisóstomo en Lucke, Calvino, etc.], según un uso bien conocido de “como”.

15. UN DICHO DEL BAUTISTA CONFIRMA ESTO. viene tras mí—en manifestación oficial. antes de mí—en rango y dignidad. porque es primero que yo—en existencia; “Sus salidas son desde el principio, desde los días del siglo” (Miqueas 5:2). (Algo inferior a esto sus palabras no pueden significar); es decir: “Mi Sucesor es mi Superior, porque él es mi Antecesor”. Este juego enigmático en los sentidos diferentes de las palabras “antes” y “después”, fué empleado sin duda por el Bautista para fijar la atención, y remachar el pensamiento; y el evangelista lo introduce para remachar sus propias declaraciones.

16-18. CONTINUACION DEL MISMO TEMA.

16. de su plenitud—“de gracia y de verdad”, de las cuales Cristo estaba “pleno”; resumiéndose el tema del v. 14. gracia por gracia—es decir, gracia sobre gracia (con todos los mejores intérpretes), en comunicaciones sucesivas y medidas más grandes, según cada uno era capaz de recibirla. Obsérvese que la palabra “verdad” ha sido omitida aquí, y la gracia es la palabra escogida en el Nuevo Testamento para expresar toda la plenitud del nuevo pacto, todo lo que reside en Cristo para los hombres.

17. Porque, etc.—La Ley despierta la conciencia del pecado y la necesidad de la redención”; ella sólo tipifica la realidad. El evangelio, por lo contrario, eficazmente comunica la realidad y el poder desde lo alto (cf. Romanos 6:14). Por esto Pablo llama el Antiguo Testamento “sombra”, mientras que llama al Nuevo “sustancia”, Colosenses 2:17. [Olshausen].

18. Nadie—“Ninguno”, en el sentido más amplio. le vió [a Dios]—por mirada inmediata, o intuición directa. en el seno del Padre—Expresión notable, usada aquí solamente, que presupone la existencia consciente del Hijo, distinta del Padre, y que expresa su acceso inmediato y más encarecido a él, y conocimiento absoluto con él. él—Enfático; es decir: “El y él sólo le declaró”, porque sólo él puede.

19-36. EL TESTIMONIO DEL BAUTISTA A CRISTO.

19. los Judíos—es decir, los cabezas de la nación, miembros del Sanedrín. En este sentido peculiar parece que nuestro evangelista siempre usa el término.

20. confesó, etc.—“Mientras que muchos estaban listos a aclamarle a él como el Cristo, él no dió el más mínimo motivo para tales ideas, ni la menor acogida a ellas.”

21. Elías?—en su persona propia. el profeta?—anunciado en Deuteronomio 18:15, etc., acerca de quien parece que ellos no estaban de acuerdo, si él fuera el mismo con el Mesías o no.

25. ¿Por qué pues bautizas, si tú no eres, etc.—Pensando que él rechazaría alguna conexión especial con el Mesías, quieren saber qué derecho tenía de juntar discípulos mediante el bautismo.

26. ha estado—“ha estado, y todavía está”, es el sentido del tiempo perfecto. Esto habrá sido dicho después del bautismo de Jesús, y posiblemente después de su tentación (véase la nota acerca del v. 29).

28. Betábara—Más bien “Betania” (según casi todos los manuscritos mejores y más antiguos); no la Betania de Lázaro, sino otra del mismo nombre, y distinguida de ella como situada “de la otra parte del Jordán”, del este.

29. ve Juan a Jesús—recién venido, tal vez, del lugar de la tentación. que venía a él—como a compañía congenial (Hechos 4:23), y para recibir de él su primer saludo. y dice—recibiendo una inspiración sublime al verbo venir. el Cordero de Dios—la única ofrenda de sacrificio dada por Dios, y dotada por Dios. que quita—“alza y se lleva”. La palabra quiere decir las dos cosas como también el verbo correspondiente del hebreo. En cuanto al pecado, quiere decir hacerse responsable por la culpa. (Éxodo 28:38; Levítico 5:1; Ezequiel 18:20), y llevárselo fuera (como frecuentemente). En las víctimas levíticas las dos ideas se encontraban, como también en Cristo, siendo mirada la culpa del pueblo como transferida a ellas, vengada en su muerte, y así llevada fuera por ellas (Levítico 4:15; Levítico 16:15, Levítico 16:21; y cf. Isaías 53:6; 2 Corintios 5:21). el pecado—siendo usado el número singular para señalar la carga colectiva y la eficacia que lo abraza todo. del mundo—no de Israel solamente, por quien fueron ofrecidas las víctimas típicas exclusivamente. Dondequiera que viviera un pecador en todo el ancho mundo, hundiéndose bajo aquella carga demasiado pesada para él, hallará tal pecador en este “Cordero de Dios”, un hombro capaz de llevar el peso. La nota correcta fué sonada en el principio: bálsamo sin duda al mismo espíritu de Cristo; no hubo después, ni habrá nunca, pronunciamiento más glorioso.

31-34. yo no le conocía—Viviendo separados, el uno en Nazareth, y el otro en el desierto de Judea, lo que hace imposible toda apariencia de colusión, sólo sabía Juan que en tiempo definido, después de su propio llamamiento, su Señor se presentaría. Como se acercaba algún día para el bautismo, el último de toda la multitud, suspirando el espíritu del Bautista bajo un presentimiento divino de que el momento al fin había llegado, y apareciendo en este Extraño un aire de serenidad y dignidad poco común, y no sin algunos rasgos, probablemente, de las facciones de familia, el Espíritu le dijo como a Samuel acerca de su tipo juvenil: “Levántate y úngelo, que éste es” (1 Samuel 16:12). Pero la señal que se le mandó esperar, era la bajada visible del Espíritu sobre él cuando salía del agua bautismal. Entonces, alcanzando a oír la voz del cielo, él vió, y ha “dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios”.

35, 36. estaba Juan—“estacionado”, en su lugar acostumbrado. mirando—“habiendo fijado sus ojos”, con mirada expresiva, en Jesús. que andaba—pero ahora no a él. El haber hecho esto una vez (véase la nota acerca del v. 29) fué humildad suficiente. [Bengel]. He aquí, etc.—La repetición de aquella proclamación maravillosa, en términos idénticos y sin otra palabra, sólo habría podido ser una insinuación suave de seguirle a él, como hicieron algunos.

37-51. JESUS JUNTA A LOS PRIMEROS DISCIPULOS—JUAN, ANDRES, SIMON, FELIPE, NATANAEL.

38. ¿Qué buscáis?—pregunta cortés, atractiva, notable como la primera expresión pública del Redentor. (Véase la nota acerca de Mateo 12:18). ¿dónde moras?—Es decir, “La pregunta ésta es una que no podemos contestar en un momento; pero si tuviéramos trato contigo por una hora tranquila, contentos te expondríamos nuestra carga”.

39. Venid, y ved—Su segunda expresión, más atractiva todavía. la hora de las diez—no las diez de la mañana (como piensan algunos) según la hora romana, sino las cuatro de la tarde, según el cálculo judío, el cual sigue Juan. La hora se menciona para explicar por qué ellos terminaron el día con él: fué porque poco del día quedaba.

40. Era Andrés … uno de los dos—El otro sin duda fué nuestro evangelista. “Su gran sensibilidad se hace ver en su representación de esta primer relación con el Señor; las circunstancias están presentes para él en los detalles más pequeños; todavía se acuerda de la misma hora”. Pero “no informa sobre los detalles de los discursos del Señor por los cuales él era atado a él por toda su vida; permite que todo lo personal se retire”. [Olshausen.] hermano de Simón Pedro—y el mayor de los dos.

41. Hemos hallado al Mesías—La preparación previa de sus corazones sencillos bajo el ministerio del Bautista, hizo de esta convicción trabajo rápido, mientras que otros vacilaban, hasta que la duda se afirmaba en la obstinación. Así es todavía.

42. le trajo a Jesús—¡Hermanos felices que hacen así el uno al otro! mirándole Jesús—“fijó sus ojos en él”, con mirada significativa (como el v. 36). Cephas … Piedra)—(Véase la nota acerca de Mateo 16:18).

43, 44. quiso Jesús ir a Galilea—porque desde su bautismo había quedado en Judea (mostrando que el llamamiento junto al mar de Galilea, Mateo 4:18, fué un hecho subsiguiente, véase la nota acerca de Lucas 5:1). Sígueme—el primer llamamiento formal, habiendo venido a él los tres anteriores espontáneamente.

44. la ciudad de Andrés y de Pedro—ciudad de su nacimiento probablemente, porque parece que vivían en Capernaum (Marco 1:29).

45. Natanael—(Véase la nota acerca de Mateo 10:3). Moisés—(Véase el cap. 5:46). hijo de José—la manera corriente de hablar. (Véase Lucas 3:23).

46. ¿De Nazareth puede haber algo de bueno?—acordándose de Bethlehem, tal vez, como lugar del nacimiento de Cristo, ya predicho, y de que Nazareth no tenía ningún lugar señalado en la profecía, además de ser lugar sin fama buena. La pregunta vino por el temor de equivocación en asunto tan vital. Ven y ve—Remedio noble contra las opiniones preconcebidas. [Bengel.] Aunque Felipe no pudo resolver la dificutlad de Natanael, pudo mostrarle cómo librarse de ella. (Véase la nota acerca del cap. 6:68).

47, 48. un verdadero israelita, en el cual no hay engaño—no sólo no es hipócrita, sino con una sencillez franca no siempre hallada aun en el mismo pueblo de Dios, listo a seguir donde la verdad pueda guiarlo, diciendo como Samuel: “Habla, que tu siervo oye”.

48. ¿De dónde me conoces?—consciente de que se le había leído su mismo corazón, y en aquel momento crítico más que nunca antes. Antes que Felipe te llamara—mostrando que él sabía todo lo que pasaba entre él y Felipe a lo lejos. cuando estabas debajo de la higuera, etc.—donde era común el retiro para la meditación y la oración. [Lightfoot]. Allá, probablemente, oyendo que el Maestro de su maestro al fin había aparecido, y suspirando con deseos de verlo mezclados con temor de engaño, se había retirado para derramar su corazón sincero por luz y dirección, terminando con una oración como ésta: “Muéstrame una señal para bien”. (Véase la nota acerca de Lucas 2:8). Ahora él lo tiene: “Tú, hombre sincero, aquella escena bajo la higuera, con todas sus ansiedades y suspiros, profundos ruegos y esperanzas trémulas, yo la vi toda.” Las primeras palabras de Jesús le habían asombrado, pero esto le abrumó del todo y le ganó.

49. Hijo dè Dios … Rey dé Israel—lo uno significando su persona, lo otro su puesto oficial. ¡Cuánto más sublime es esto que cualquiera cosa que le había dicho Felipe! Pero precisamente así como los poderes vitales de la tierra, cuanto más tiempo están congelados por el frío, más se mueven, una vez soltados, así las almas, como Natanael y Tomás (véase la nota acerca del cap. 20:28), las salidas de cuya fe son estorbadas por un tiempo, toman la delantera a sus hermanos más serenos, una vez sueltos.

50, 51. ¿Porque te dije, etc.—“¡Cómo! ¿Tan fácilmente convencido y por este testimonio sólo?”—una expresión de admiración. De aquí adelante, etc.—La clave de este gran dicho es la visión de Jacob (Génesis 28:12, etc.), a la cual se hace alusión evidente. Para mostrar al patriarca que, aunque él estaba solo y sin amigos en la tierra, los intereses de él estaban ocupando a todo el cielo, le fué hecho ver “los cielos abiertos y los ángeles de Dios que subían y bajaban por una escalera mística que alcanzaba desde la tierra hasta el cielo.” “Algún día”, dice Jesús aquí, “veréis esta comunicación entre el cielo y la tierra abierta ampliamente, y al Hijo del hombre la Escalera real de este intercambio.

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