Éstos prueban que la fe sin buenas obras, y especialmente la caridad para con Dios y nuestro prójimo, no puede servir para la vida eterna; la fe y la caridad son ambas esencialmente necesarias. Por eso San Agustín declara que donde no hay verdadera fe, no puede haber justicia; porque el justo vive por la fe: y donde no hay caridad, no puede haber justicia, que si la tuvieran, nunca despedazaría el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. (De fid. Ad Pet. Cap. Xxxix.)

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