Como fuimos aprobados y elegidos por Dios para anunciar su evangelio, hemos tratado de corresponder con sus designios; y hablamos con un espíritu de desinterés, no para agradar a los hombres, sino a Dios. Siendo elegido por Dios, es a él a quien debemos rendir cuentas. ¿Te hemos hablado con palabras de halago? ¿Hemos disfrazado la verdad del evangelio o hemos ocultado su austeridad? ¿Hemos hecho de la piedad un manto de la avaricia? &C. (Calmet)

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