Y Cristo murió por todos, (no solo por los predestinados o elegidos) para que también ellos, que viven, no puedan ahora vivir para sí mismos; para que no sigan las propias inclinaciones de su naturaleza, corrompida por el pecado, sino que busquen en todas las cosas la voluntad de Cristo, su Redentor, su Señor, a quien pertenecen, que murió y resucitó por ellos. (Witham)

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