Nos vivificó juntos en Cristo. La fe, el bautismo y la gracia son promesas de nuestra futura resurrección y glorificación en el cielo. Nuestra conversión actual es también una especie de resurrección. Ha llegado el momento en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. (San Agustín sobre San Juan, No. 7.)

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