Todo sumo sacerdote. Habla primero del oficio de los sacerdotes en general, antes de hablar del sacerdocio de Cristo. Un sacerdote es elegido y preferido a otros hombres, calificados para el ministerio divino, para ofrecer dones, oblaciones, sacrificios, con el fin de obtener el perdón de sus propios pecados y los del pueblo, que, por la experiencia que tiene de su propias debilidades, puede compadecerse de otros que ofenden por debilidad o ignorancia, todo sacerdote (excepto nuestro Salvador Cristo) es un pecador.

Tampoco debe asumir precipitadamente y desconsideradamente, por motivos temporales, este ministerio sagrado, formidable (dice San Gregorio) incluso para los hombros de los ángeles; debe consultar a Dios por medio de la oración, seguir los consejos de sus guías espirituales y padres piadosos; por estos medios para saber si tiene un llamado de Dios a este ministerio, como lo tuvo Aarón. (Witham) --- El sacerdote y pastor nunca debe olvidar que es un hombre y un pecador; que es honrado con este ministerio divino, de ofrecer sacrificio tanto por sus propios pecados como por los pecados de los fieles; que la oración sea su deleite, el altar su centro y el sacrificio del cuerpo y la sangre de Cristo su suprema felicidad.

"Este sacrificio de la Eucaristía", dice San Agustín, "ha sucedido a todas las víctimas antiguas que fueron inmoladas en el pasado, para significar el sacrificio futuro". (lib. 10. cap. xx. de Civit. Dei.) En cuanto a la palabra misa, se usaba para significar este santo sacrificio del altar hace más de mil trescientos años. Ver el segundo Concilio de Cartago, canon 3 .; San Jerónimo sobre el Prov. Cap. xi .; San Ambrosio, lib.

2. ep. 14. Missa facere c \ '9cpi; Empecé a decir misa. Fue introducido en este país [Gran Bretaña] con el cristianismo mismo. Ver Ven. Historia de Beda, cap. xxvii. & B. 4. cap. xiv.

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