En la segunda parte del santuario, (es decir, el lugar santísimo) nadie entraba sino el sumo sacerdote, y él solo una vez al año, en la fiesta llamada de expiación, para hacer una aspersión de sangre sobre el arca y alrededor, que ofrece por su propia ignorancia y la del pueblo, o ignorancias, como en el griego; es decir, por todos sus pecados y los de ellos. Ver Levítico x. (Witham) --- Ofreció esa sangre de becerro por sus propios pecados y los de su familia, y la sangre de un macho cabrío por los pecados del pueblo. (Levítico XVI.)

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