Cristo dice aquí que sus ovejas oyen su voz y lo siguen; pero preguntémonos: ¿Nos aferramos a este pastor celestial? ¿Lo seguimos, tanto por nuestra fe como por nuestra vida? ¿Lo conocemos y escuchamos su voz? ¿Huimos de los extraños, del mundo, de la carne y del diablo? Si es así, ciertamente somos sus ovejas; y si perseveramos, él nos llevará, a pesar del mundo, la carne y el diablo, a los pastos de la vida eterna. Pero si huimos de nuestro pastor, para seguir a estos extraños, debemos esperar ser presa de los lobos. (Med. Vol. Ii. P. 417)

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