Para matar a Lázaro. Un pensamiento tonto, dice San Agustín, como si Cristo, que lo había resucitado de una muerte natural, no pudiera también devolverlo a la vida, cuando fue asesinado por ellos. (Witham) --- ¡Oh pensamiento tonto y rabia cegada! Como si pudieras, al dar muerte a Lázaro, quitarle el poder al Señor; como si Cristo, que ya había resucitado a uno que había muerto, no hubiera podido resucitar tan fácilmente a uno que estaba muerto. Pero, ¡he aquí! ha hecho ambas cosas. Lázaro muerto, resucitó, y él mismo muerto, resucitó. (San Agustín, tratado 50. en Joan.)

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