Como el alma de Cristo estaba turbada, no por su propia cuenta, sino por el pueblo; así que esta voz vino del cielo, no por él, sino por el pueblo. Lo que anunciaba ya lo sabía; la ventaja e instrucción de los judíos fue su fin, objeto y motivo. (San Agustín, 52. tratado. En Joan.)

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad