Ahora bien, el siervo no permanece en la casa para siempre, ni tiene derecho a vivir de esa manera como un hijo y un hijo de la familia tienen que vivir en la casa de su padre. Un esclavo o un sirviente, aunque viva mucho tiempo en la casa de su amo, su condición es muy diferente a la de un hijo de la familia: y así Cristo les recuerda que aunque sean de la raza de Abraham, y en ese El sentido puede pretender ser sus hijos, pero habiéndose hecho esclavos del pecado y permaneciendo en ese pecado, por el cual se niegan a creer en él, su Mesías, no son los hijos espirituales de Abraham, ni pueden heredar las promesas hechas. a Abraham, hasta que, por la gracia de Cristo, crean en él y se conviertan en sus hijos adoptivos. (Witham)

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