El siervo no permanece, etc. El que es siervo del pecado, como vosotros los judíos, no tiene derecho de permanecer en la casa de su Señor (que es la Iglesia de Dios) para siempre: porque después de la muerte será echado a las tinieblas exteriores del infierno, como también vosotros será echado fuera. Pero el Hijo mora para siempre en la casa de Su Padre, es decir, Yo moro para siempre con Mi Padre en el cielo. Pero si por Mí y por Mi gracia habéis sido librados de la esclavitud del pecado, permaneceréis para siempre Conmigo, como hijos adoptivos, en la casa de Dios, que es en la Iglesia militante por la gracia, y en la Iglesia triunfante, por siempre feliz y glorioso en el cielo. Así S. Agustín, Beda y otros.

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