Cuando Cristo dice que ni él ni sus padres habían pecado, no debemos entender que nació sin pecado original, ni siquiera que no cometió otros pecados. Porque tanto él como sus padres habían pecado; pero el significado es que esta ceguera no fue una ceguera penal infligida en castigo por cualquier pecado que él o sus padres hubieran cometido; pero, como se subjunta después, le fue enviado para la manifestación de la gloria de Dios. (San Agustín, tratado xliv. En Joan.)

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