3. Ni este hombre pecó, ni sus padres. Cristo no dice absolutamente que el ciego y sus padres estaban libres de toda culpa; pero él declara que no debemos buscar la causa de la ceguera en el pecado. Y esto es lo que ya he dicho, que Dios a veces tiene otro objetivo a la vista que castigar los pecados de los hombres, cuando les envía aflicciones. En consecuencia, cuando se ocultan las causas de las aflicciones, debemos contener la curiosidad, para no deshonrar a Dios ni ser maliciosos con nuestros hermanos. Por lo tanto, Cristo asigna otra razón. Este hombre, dice, nació ciego, -

Para que las obras de Dios se manifiesten en él. Él no, dice un solo trabajo, pero usa el número plural, trabaja; porque, mientras estaba ciego, se exhibía en él una prueba de la severidad de Dios, de la cual otros podían aprender a temer y a humillarse. Posteriormente fue seguido por el beneficio de su cura y liberación, (257) en el que se mostró de manera sorprendente la asombrosa bondad de Dios. Entonces, Cristo pretendía, con estas palabras, excitar en sus discípulos la expectativa de un milagro; pero al mismo tiempo les recuerda de manera general que esto debe exhibirse abundantemente en el teatro del mundo, como la causa verdadera y legal, cuando Dios glorifica su nombre. Los hombres tampoco tienen derecho a quejarse de Dios cuando los convierte en los instrumentos de su gloria en ambos sentidos, ya sea que se muestre misericordioso o severo.

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