Nuestro Señor fue esta semilla de mostaza, cuando fue enterrado en la tierra; y se convirtió en árbol cuando ascendió al cielo; sino un árbol que cubría con su sombra toda la creación, en cuyas ramas descansaban las aves del cielo; es decir, los poderes del cielo y todos los que por buenas obras se han levantado de la tierra. Los apóstoles son los pámpanos, para reposar en cuyo seno emprendemos nuestro vuelo, llevados sobre las alas de la virtud cristiana. Sembremos esta semilla (Cristo) en el huerto de nuestro corazón, para que florezca la gracia de las buenas obras y envíes los diversos perfumes de todas las virtudes. (San Ambrosio)

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