Estas palabras se dirigen particularmente a los judíos, porque de ellos nació Cristo según la carne, comió y bebió con ellos, y enseñó públicamente en sus calles; pero también se aplican a nosotros los cristianos, porque comemos el cuerpo de Cristo y bebemos su sangre, cuando cada día nos acercamos a la mesa mística y lo escuchamos enseñándonos en las calles de nuestra alma. (Theophylactus) --- Muchos muy fervientes al principio luego se vuelven tibios; y muchos, aunque al principio congelados, de repente han resplandecido de virtud; muchos, que en este mundo fueron despreciados, han recibido gloria en el próximo; mientras que otros, con honor entre los hombres, han pasado a los tormentos eternos. (Ven. Bede)

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