Nuestro divino Salvador, independientemente de los malvados designios que estos fariseos meditaban para destruirlo, cura al enfermo, que no se atrevió a pedirle el favor, por temor a los fariseos. Solo pudo persuadirse a sí mismo de estar en su presencia, esperando que Cristo finalmente le echara una mirada compasiva: quien, estando muy complacido con él, no le exigió si deseaba ser curado, pero sin reparos procedió a obrar este estupendo milagro en su favor.

(San Cirilo) --- En el cual Cristo no consideró tanto si la acción daría escándalo a los fariseos, como si proporcionaría consuelo al enfermo; insinuando que siempre debemos ignorar las burlas de los necios y el escándalo que los hombres de este mundo pueden tomar por nuestras acciones, tan a menudo como son para el honor de Dios y el bien de nuestro prójimo. (Teofilactus)

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