Cuán misericordioso es el Todopoderoso, que, aunque tan ofendido, todavía no desdeña el nombre de padre. --- He pecado. Estas son las primeras palabras de la confesión de un pecador al autor de la naturaleza. Dios conoce todas las cosas; todavía espera oír la voz de tu confesión. Es en vano pensar en ocultar sus pecados a los ojos de aquel a quien nada puede escapar; y no puede haber peligro de reconocerle lo que su conocimiento infinito ya ha abrazado.

Confiesa, pues, que Cristo puede interceder por ti, que la Iglesia ore por ti, que la gente derrame sus lágrimas por ti. No temas no poder obtener el perdón, porque se te ha prometido el perdón; se les ofrece la gracia y la reconciliación con un padre muy tierno. (San Ambrosio) --- Ante ti, etc. Con esto muestra nuestro Redentor, que aquí el Todopoderoso debe ser entendido por el nombre de padre: porque el ojo de Dios que todo lo ve solo contempla todas las cosas, de quien ni siquiera las secretas maquinaciones del corazón pueden ocultarse. (San Juan Crisóstomo en Santo Tomás de Aquino)

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