Entendieron bastante bien el sentido de las palabras que les dijo. Pero no podían entender cómo podían reconciliarse con la idea que habían concebido previamente del Mesías. Se escandalizaron en primer lugar, al pensar que Dios debería sufrir cualquier cosa infligida por el hombre; en segundo lugar, se escandalizaron al escuchar que el sufrimiento y la muerte podían conducir a la victoria y al imperio; y por último, se escandalizaron (alarmados por sus propios sentimientos) de que se vieran obligados a imitar a su Maestro en esta parte que él mismo había elegido. (Haydock)

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