Como toda esta parábola puede aplicarse exactamente a los judíos, a los profetas y a Cristo; así que esta última parte, con no menos precisión, se aplique a nuestro Salvador. Los labradores, antes de matar al amado hijo del señor, lo echaron primero de la viña. Así que los judíos no mataron al Hijo de Dios inmediatamente ellos mismos: primero lo arrojaron fuera de sí mismos, en manos de Pilato, un gentil, y luego procuraron su muerte.

(Theophylactus) --- Así también actúan los pecadores, echando a Cristo de su corazón y crucificándolo por el pecado. (Ven. Beda) --- Para reconciliar a San Mateo y San Lucas, debemos observar, dice San Agustín, que esta parábola no solo fue dicha a quienes cuestionaron su autoridad, sino a la gente misma; como nos dice San Lucas.

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