No era la intención de Cristo que no se lo dijera a nadie; si ese hubiera sido su deseo, fácilmente lo habría realizado: habló así a propósito, para mostrarnos que no debemos buscar las alabanzas vacías de los hombres. Le ordenó ofrecer también los sacrificios prescritos, porque la ley permaneció en plena vigencia hasta la pasión de Cristo, en la cual se ofreció un sacrificio perfecto, que eliminó todos los sacrificios legales. (Nicolás de Lyra)

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