Esa la justificación de la ley. Es decir, aquello que la ley escrita pretendía, pero que nunca se logró, podría ahora cumplirse en nosotros; es decir, para que, por la gracia de Cristo, seamos capacitados para cumplir y cumplir la ley y sus preceptos morales, andando según el espíritu de Cristo. (Witham)

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