Porque lo que la ley no pudo hacer, siendo débil por la carne, Dios, enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado, no en carne de pecado, (porque el Hijo de Dios no pudo pecar), ahora lo ha hecho; aun el pecado ha condenado al pecado en la carne. Es decir, en o por su carne, que fue ofrecida en la cruz, ha condenado al tirano al pecado, como culpable de tantos pecados, y ha destruido su tiranía, donde el apóstol habla del pecado, como si fuera de cierta persona o tirano. (Witham)

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