Toda presunción de méritos humanos, que no tienen la gracia de Jesucristo por principio, es aquí completamente confundida; y toda la gloria de nuestra salvación se atribuye justamente a la misericordia de Dios, por medio de Jesucristo. Un nuevo nacimiento, nueva criatura, nuevo espíritu. La efusión del agua sobre el cuerpo en el bautismo, es figura de la saludable efusión del Espíritu Santo en el alma para renovarla y hacerla hija de Dios.

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