Por lo tanto, debemos recibirlos para que podamos ser colaboradores de la verdad.

El apóstol aquí especifica la virtud en la que sobresalió Gayo: Amado, estás actuando como un hermano fiel al prestar servicio a los hermanos, extraños en eso. Fue un acto de fidelidad que estuvo de acuerdo con la fe que Gayo estaba profesando y que realizó cuando prestó un servicio tan destacado a los hermanos, que eran totalmente desconocidos para él. No los había conocido antes, no estaba ligado a ellos por lazos externos, pero el hecho de que fueran creyentes con él, como lo demostraban las cartas de Juan, era un incentivo suficiente para recibirlos con los brazos abiertos y hacer todo lo posible. en su poder para hacer que su viaje y su estadía sean placenteros.

Fue de algunos de estos hermanos que San Juan había recibido el informe que ocasionó esta carta: Quien testificó del amor ante la congregación; y harás bien en apresurarlos en su viaje de una manera digna de Dios. Tan grande fue la impresión que causó la cordial hospitalidad de Gayo en los misioneros que lo informaron de inmediato a su regreso; fueron efusivos en el elogio de su anfitrión, del amor que les había mostrado.

Al reconocer esto, el apóstol prevé de paso una continuación futura de este esfuerzo caritativo: si Gayo continúa esta política de ayudar a los misioneros apresurándolos en su camino, y de una manera digna de su llamado de ministros de Dios, entonces lo hará. bien. Ver Hechos 15:26 . Porque, como dice Juan, fue por causa de su nombre que salieron y no aceptaron nada de los paganos.

Estos misioneros, como todos los hombres dignos de ese nombre, no salieron a buscar su propia gloria y adelanto. Solo les preocupaba la Palabra del Evangelio, ensalzar el nombre de Jesucristo como Salvador del mundo. Predicaban sin recibir ninguna compensación de los paganos, probablemente para no despertar sospechas sobre su cargo, como si estuvieran simplemente en el negocio de predicar por el dinero que podrían ganar de esa manera.

Siendo este el caso: nosotros, por lo tanto, tenemos la obligación de apoyar a tales hombres, para que podamos demostrar que somos colaboradores con la verdad. Ese es el deber de los cristianos en todo momento y en todo lugar, proveer para las necesidades corporales de los hombres que salen a predicar el Evangelio. De esta manera los cristianos cumplen su parte con la verdad y por la verdad del Evangelio, ayudan a difundir la gloriosa noticia de la salvación a través de la redención de Jesucristo.

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