Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos y de todos los muertos sobre la tierra.

Aquí el vidente describe la fatalidad inevitable, la desolación total y terrible: Y un ángel poderoso levantó una piedra como una piedra de molino, y la arrojó al mar, diciendo: Así será derribada con fuerza Babilonia, la gran ciudad, y no habrá encontrar más; y la voz de arpistas y juglares y flautistas y trompeteros no se oirá más en ti, y todos los artesanos de todos los oficios no se encontrarán más en ti, y el sonido de la piedra de molino no se oirá más en ti, y la luz de una lámpara no brillará más en ti, y la voz de esposo y de esposa no se oirá más en ti, porque tus mercaderes eran los magnates de la tierra, porque por tus encantamientos fueron engañadas todas las naciones, y en ella se halló el sangre de profetas y santos y de todos los que habían sido muertos en la tierra.

Esa es la sentencia de perdición, dada en forma de una canción rítmica, e introducida por una acción simbólica que se asemeja a la de Jeremias 51:63 . El juicio de la gran ciudad, de la Babilonia espiritual, el reino del Anticristo, está sellado; el golpe que le dio la Reforma fue tan fuerte que la abatió para siempre.

No importa los esfuerzos que haga el papado para recuperar su antiguo reinado absoluto en el mundo, todos esos intentos están destinados a resultar en un fracaso. La gloria que antes tenía se ha apartado de ella para siempre. Los pecados de adulterio espiritual, de idolatría y de los hechizos mágicos con los que Roma logró seducir a los poderosos de la tierra, la sangre que ha derramado durante los mil años y más que ha existido, la invocan. la maldición del Señor, su eterna condenación.

Resumen

La caída y destrucción del reino del Anticristo se describe aquí en su totalidad, junto con la queja de los gobernantes, comerciantes y capitanes de barcos que se enriquecieron con el tráfico de sus bienes y lujos, mientras que en el cielo hay regocijo por la vindicación de los mártires y profetas y apóstoles.

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