REFLEXIONES

¡Bendito sea el Señor! ¡Ha llegado la destrucción de la ramera! Una hora, cuando llega el tiempo predicho desde el principio, es suficiente, y todo su tráfico de cazar almas y arruinar el mundo se acaba para siempre. ¡De qué sirve toda su pompa, y sentarse como reina entre las naciones!

¡Precioso Señor Jesús, da tu gracia redimida para escuchar tus llamadas de amor y salir de entre ella! ¡Cuántos de tus amados están ahora escondidos donde está el asiento de la bestia! ¡Cuántos más, aún por llamar, se encuentran allí! ¡Oh! sácalos y ponlos en tu pequeño Zoar, cuando hagas el terrible derrocamiento.

Me parece que saludaría a la Iglesia, quienquiera que viva para verla desde el punto de vista del bendito evento. La misma perspectiva es bendecida. Con qué alegría recibirán los redimidos el día. Sí, el cielo mismo participará en su felicidad. Los Apóstoles y Profetas, que fueron antes, se regocijarán por ella, cuando Dios haya vengado a su pueblo de ella. ¡Señor! ¡Sea tú eterna y eternamente alabado, en el derrocamiento total de tus enemigos y en la salvación de tu pueblo!

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