Mi Dios ha enviado a su ángel, que incluso puede haber sido visible a los ojos de Daniel, y ha cerrado la boca de los leones para que no me hayan hecho daño, por cuanto ante Él se halló inocencia en mí, Dios lo había declarado inocente al preservándolo tan maravillosamente; y también delante de ti, oh rey, no he hecho daño, es decir, al transgredir el edicto del rey no se había vuelto culpable de rebelión contra la persona del rey, como también lo demostró el interés personal del rey en su caso.

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