y me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob por el nombre de Dios Todopoderoso, pero por mi nombre Jehová no me conocieron a ellos. A los patriarcas, el Señor no se había revelado en Su capacidad específica como Jehová, aunque el nombre no les era desconocido. Ahora quería dar evidencia real, prueba definitiva, de sí mismo en el cumplimiento de sus promesas, en el cumplimiento de las condiciones del pacto mesiánico, al menos en su forma típica.

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