Y en esto me ejercito para tener siempre una conciencia libre de ofensa hacia Dios y hacia los hombres.

Paul asumió aquí el siguiente cargo, el de ser un cabecilla de los nazarenos. Sin referirse al título que se le otorgó, confiesa con orgullo la veracidad de ese cargo, si se trata de un crimen, incluyendo de paso, sin embargo, una reprimenda a los propios judíos. Después de la forma en que se complacieron en llamar una secta, un partido cismático, sirvió al Dios de los padres. El pensamiento subyacente a las palabras de Pablo fue que el cristianismo no era una separación, sino más bien un cumplimiento de la religión y las creencias judías.

No hay diferencia de tipo, sino sólo de grado entre la religión del Antiguo y el Nuevo Testamento; los patriarcas judíos fueron salvados por su fe en la venida del Mesías, mientras que los cristianos son salvados por su fe en el Cristo que ha venido y cumplió las principales profecías de la antigüedad. De esta manera, la fe de Pablo se puso en todas las cosas que estaban escritas en la Ley y en los profetas; sólo Pablo sabía que las esperanzas mesiánicas se habían realizado en Jesús de Nazaret, mientras sus acusadores todavía andaban a tientas en la oscuridad y ceguera de una esperanza que nunca se cumpliría.

Y abrigaba la misma esperanza para con Dios que estos hombres también aceptaron, a saber, que seguramente se produciría una resurrección de justos y de injustos. Note que Pablo aquí no hace distinción entre el sumo sacerdote, un saduceo y los representantes del Sanedrín que eran fariseos, prefiriendo considerarlos simplemente como judíos que tenían la esperanza de toda su nación. Por esa razón, como Pablo estaba firme en esta creencia, se ejercitó y se esforzó fervientemente también, como ellos, por tener una conciencia limpia hacia Dios y hacia todos los hombres en todas partes.

El motivo más fuerte y el poder impulsor de un cristiano es su fe en la Palabra de Dios y su esperanza de la resurrección de los muertos. Nota: La defensa de Pablo, especialmente en esta sección, es una excelente apología del cristianismo y la fe cristiana. Así se silencia a los oponentes de la verdadera fe, cuando no pueden probar sus afirmaciones contra los cristianos, y cuando, además, la fe y la vida de los cristianos pueden ser instadas con veracidad en su defensa.

Los cristianos no constituyen una nueva secta; su religión es la verdadera religión, como lo fue en el mundo desde el principio; creen en la Palabra de Dios y tienen la esperanza de la resurrección del cuerpo y de la vida eterna.

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