aprender a hacerlo bien, no el mero saber, sino el hacer enfatizado; busquen juicio, hagan lo recto ante los ojos de Dios, alivien a los oprimidos, ayuden a obtener justicia, juzguen a los huérfanos, rueguen por la viuda; porque los huérfanos y las viudas, aquellos privados de sus protectores naturales, están bajo la tutela de Dios, es decir, su protección, en un sentido especial. Por eso el Señor exige arrepentimiento, un cambio de vida.

De esto no se sigue que el hombre, por su propia razón y fuerza, sea capaz de cambiar su corazón y su mente ante los ojos de Dios, pero las amonestaciones del Señor son un factor poderoso para lograr tal cambio. El Señor ahora describe la situación tal como se presenta.

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