La caña cascada, el tallo frágil de una planta que se ha doblado hasta el punto de romperse, no se romperá, y el pábilo humeante, una mecha que está a punto de extinguirse, no apagará, no apagará. Es decir, que el Salvador se valdría de la verdadera apacibilidad pastoral al tratar con los corazones quebrantados y contritos, no solo no llevándolos a la desesperación, sino buscándolos y cuidándolos con el amor pleno de Su Salvador. Él traerá el juicio a la verdad, llevándolo a los gentiles, dándoselo a conocer de hecho y en verdad, obrando fe en sus corazones.

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