Levanta tus ojos al cielo, con su impresión de estabilidad infinita, y mira la tierra debajo, con su ininterrumpida sucesión de generaciones, ambas apareciendo a la mente humana como establecidas con seguridad; porque los cielos se desvanecerán como el humo, y la tierra se envejecerá como un vestido, ambos destinados a la destrucción a causa de su inherente vanidad, a pesar de su aparente permanencia, y los que en ellos habitan morirán de la misma manera, como un chasquido de dedo; pero mi salvación será para siempre, y mi justicia, su misericordia prometida en su pacto, no será abolida,perdurará por toda la eternidad. Además, los enemigos se encontrarán incapaces de obstaculizar el establecimiento de la salvación del Señor.

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